Capdevila, la ética y el honor militar en defensa de la inocencia

Por: Dra Josefa Negret Fuente, MS.c Angel Taboada Salmerón y Lic. Ismara Amed Sanchez. Departamento de Marxismo y Observatorio Social Universitario.

“España en aquella vergüenza no tuvo más que un hombre de honor: el generoso Capdevila, que donde haya españoles verdaderos, tendrá asiento mayor,-y donde haya cubanos” José Martí

El fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina el 27 de noviembre de 1871 ha sido uno de los episodios más luctuosos de la historia patria. Acusados falsamente de haber profanado la tumba de un periodista español enemigo de la independencia, la virtual insurrección del Cuerpo de Voluntarios en La Habana, defensores de la dominación hispana, obtuvo la aqui esencia de las autoridades colonialistas para someter a juicio a toda una clase de estudiantes de esa carrera.

La actitud del Capitán Federico Capdevila, hijo de Valencia, España, legó a la historia de Cuba un referente de dignidad al sostener con inmaculada y valiente actitud, frente al desenfrenado odio de los desalmados en un contexto de guerra, la probada inocencia de los 45 estudiantes de medicina injustamente acusados.

El alegato del pundonoroso oficial del ejército español, en La Cárcel de La Habana, mueven las fibras más sensibles de todo aquel que hurgue en el crimen del 27 de noviembre de 1871, estos fragmentos lo corroboran fehacientemente:

“Triste, lamentable y esencialmente repugnante, es el acto de comparecer y elevar mi humilde voz ante este respetable Tribunal, reunido aquí, en esta fidelísima Antilla, por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos, pues ni aun de fanáticos puede conceptuárseles”.
“Mi obligación como español, mi sagrado deber como defensor, mi honra como caballero y mi pundonor como oficial, es proteger y amparar al inocente. ¡Y lo son mis 45 defendidos! Defender a esos niños que apenas han salido de la pubertad para entrar en esa edad juvenil en que no hay odios, no hay venganzas, no hay pasiones….  ¿Puede llamárseles, juzgárseles como a hombres a los 14, 16 o 18 años poco más o menos? ¡No! Pero en la inadmisible suposición de que se les juzgue como a hombres: ¿Dónde está la acusación? ¿Dónde consta el delito que se les acrimina y supone?”

“Sres. Ante todos somos honrados militares, somos caballeros; el honor es nuestro lema, nuestro orgullo, nuestra divisa; y con España siempre honra, siempre nobleza, siempre hidalguía, pero jamás pasiones, bajezas, ni miedo”.

La actitud desprejuiciada, valiente y pulcra de Capdevila, obedeció a su orientación ética, su contundente alegato le ganó el reconocimiento, respeto, y admiración de los cubanos dignos y el odio, y desprecio de los voluntarios, traidores a la verdadera Cuba y de coterráneos plegados al régimen colonial.

Esta fue la verdadera causa que lo condujo a pasar vicisitudes junto a su familia, acusaciones falsas como la recibida  en 1886  de malos manejos de los fondos como Primer Jefe del Segundo Batallón del Regimiento en Holguín y sentenciado a tres años de prisión en el Castillo del Morro de Santiago de Cuba.

En el contacto con los prisioneros, algunos de ellos independentistas cubanos, estableció una fuerte amistad; con patriotas como Emilio Bacardí, Federico Pérez Carbó, y Antonio Bravo Correoso, lo que influyó en su pensar  sobre la justeza de la lucha de los cubanos.

Estando preso, un grupo de habaneros crearon un Comité que logró recaudar mil 200 pesos, los cuales Capdevila declinó aceptar y propuso se invirtieran en hacerle un mausoleo a los ocho estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871.

Capdevila sufrió los rigores y castigos del presidio, incluso contrajo tuberculosis, pese a lo cual cumplió una sanción que expiró en 1889. Ya en libertad es revisada la causa, y se comprueba que era inocente de los cargos de que se le imputaron. El general Arsenio Martínez Campo le propuso reintegre al Ejército, pero éste no acepta.

No es de extrañar que al retirarse del ejército en el 1889, decide residir en Santiago de Cuba, donde  reúne con la intelectualidad más sobresaliente y patriotas, junto a Emilio Bacardí, el doctor Félix Hartman, Federico Pérez Carbó, Francisco Sánchez y otros, logra impulsar algunas de sus ideas de modernidad. Funda el grupo de librepensadores “Victor Hugo”, institución cultural en la cual ocupa la vicepresidencia, sus actuaciones eran un desafío a la autoridad colonial española, su cede estaba siempre abiertos a todas las opiniones, debates, propagaban ideas de justicia, moral, libertad, del papel de la ciencia en el desarrollo humano y a todo aquello orientado al mejoramiento de las condiciones de la ciudad y pobladores

Su enfermedad agudizó, y falleció el 1ro de agosto de 1898, los restos de Capdevila fueron trasladados hacia La Habana en 1903 ubicado en el panteón dedicado a los estudiantes de medicina, en toda Cuba se hicieron bustos, tarjas, monumentos recordando el hecho y su figura, se le dedicó un himno cantado en las escuelas primarias en la etapa republicana, es referencia obligada en actos y matutino que cada 27 de noviembre vuelve a abonar su ejemplo impulsando a la defensa de la bondad, la dignidad, el honor y la justicia.

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