Más que tributo

Por: Katherine Tamayo Pérez(Estudiante de Periodismo)

En mi intento de no volver “simplemente” a contar la historia, porque ya nos la sabemos, ya la estudiamos, o la vivimos de cerca, no quisiera que se leyera y pasara por alto. La Operación Tributo es más que un contenido de asignatura, más que una efeméride simbólica; es el sabor agridulce que deja la lucha entre la pérdida y la victoria. Y cómo no brindar un merecido homenaje a los que una batalla les silenció en el tiempo. Cómo no honrar y enorgullecer a sus familiares. Cómo no intentar dar consuelo, cómo comprender que el llanto de vez en cuando encierra gloria. El preciso calendario apunta 33 años, en los que el pueblo cubano no olvida esta fecha, 7 de diciembre de 1989, en la que volvieron a su patria los restos mortales de los cubanos que perecieron en las misiones internacionalistas en los países de África.

En aquellas tierras del África, los internacionalistas cubanos fueron ejemplo de respeto a la dignidad y la soberanía del país. La confianza ganada por Cuba en el corazón de esos pueblos, fue fruto de la intachable conducta de aquellos cubanos a quienes hoy se les realiza una merecida ceremonia.

El gobierno cubano afianzando su carácter socialista, brindó respaldo a las justas causas de los pueblos africanos y del Medio Oriente. En el espacio de treinta años, cerca de medio millón de cubanos, mujeres y hombres, participaron en las guerras anticoloniales en África. Fueron contundentes las epopeyas protagonizadas por las tropas cubanas principalmente en Angola y Etiopía, el apoyo de esta pequeña isla marcó, y contribuyó a cambiar el destino de ese gran continente.

Durante los más de 13 años de presencia solidaria cubana en Angola y en otros escenarios de ayuda a pueblos hermanos, perdieron la vida algunos de nuestros internacionalistas. Pero resultaba imposible en medio de la guerra, en tierras lejanas, repatriar los cadáveres y sepultarlos en sus lugares de origen. Y los padres y esposas, los hijos y hermanos, los amigos, quedaron con el vacío de no tener cuerpo que llorar. Se convirtió en una promesa sagrada, darles en algún momento aquella paz.

El 7 de diciembre de 1989 cuando toda Cuba conmemora la caída en combate del Titán de Bronce, Antonio Maceo; fueron regresados entonces, los caídos en aquellas honrosas misiones, 2085 combatientes y 204 trabajadores civiles. Al humanitario y leal gesto se le llamó Operación Tributo. Aquellos restos no pertenecían solo a sus familiares allegados, sino a la historia de todos los cubanos. Se unieron así el sentimiento de la victoria, y el profundo dolor por los fallecidos.

Habían salido esos héroes en defensa de los derechos, la unidad y convivencia pacífica de los pueblos del mundo, bajo los principios revolucionarios y de la política exterior del país, solidaridad e internacionalismo, y fueron devueltos hechos muerte.

Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores de nuestra historia y de nuestra Revolución. Sostenía el líder histórico Fidel Castro en su discurso aquel día:

«Ellos murieron luchando contra el colonialismo y el neocolonialismo […] el racismo y el apartheid […] el saqueo y la explotación de los pueblos del Tercer Mundo […] por la independencia y la soberanía de esos pueblos[…] por el derecho al bienestar desarrollo de todos los pueblos […] murieron […] para que no existan hambrientos, mendigos, enfermos sin médicos, niños sin escuelas, seres humanos sin trabajo, sin techo, sin alimento […] Para que no existan opresores y oprimidos; explotadores ni explotados […]  por la dignidad y la libertad de todos los hombres […] por la verdadera paz y seguridad […] por el socialismo […] por el internacionalismo […] por la patria revolucionaria y digna que es hoy Cuba. ¡Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo!»

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