Para que no esté de moda…

Por: Olga María Despaigne Feraud

_”¡Dale men!, no tengas miedo, pruébalo para que veas lo bien que se siente…”

 Así empieza todo, una vez, dos, treshasta que se vuelve una necesidad imperiosa el consumir drogas o estupefacientes para “sentirse vivo”. Esa es una triste realidad que se vive el día de hoy; y a pesar de las acciones que se llevan a cabo, son cada vez más los casos que se conocen acerca del consumo de este tipo de sustancias, entre la juventud cubana.

Una vez más son los adolescentes quienes, desafortunadamente y haciendo gala de las carencias inherentes a su edad, sucumben a la tentación de experimentar lo prohibido, sin medir las consecuencias de sus actos. El embullo, la adrenalina, la influencia que ejerce el grupo de amigos, y en cierto modo la curiosidad, son factores que los conllevan al consumo.

Es entre los 14 y 16 años la edad más frecuente de inicio en el consumo, que luego de 4 o 5 años se convierte en adicción. En la mayoría de los casos se empieza a consumir en fiestas o en discotecas. Primero es el alcohol o el cigarro que, aunque es conocido por toda la población el daño que pueden infligir, es ignorado por muchos que se sienten “grandes” consumiéndolo.

Es ahí cuando el peligro acecha; porque en este tipo de ambientes casi siempre se mezclan las bebidas alcohólicas con la cocaína, marihuana, y hasta medicamentos, iniciándose en estas circunstancias las adicciones que, en el peor de los casos, terminan con reclusiones hospitalarias.

Pero la cierto es que ni las escuelas, ni el barrio, y en ocasiones ni el hogar, escapan del consumo o de la venta; los adolescentes tienen el don de relacionarse con facilidad y de hacer amigos rápidamente, por lo que es muy normal que en su entorno más de uno sepa quién fume o venda.

Estudios demuestran que la familia es un factor protector para evitar el consumo de drogas; pues bajo la atenta supervisión y confianza con los padres es más fácil saber el entorno en el cual se desenvuelven sus hijos. Ejemplos demuestran que un adolescente que forme parte de una familia íntegra es poco probable que caiga en este mundo; aunque no está exento de que le ocurra.

Por otro lado si el joven pertenece a una familia disfuncional es más propenso a consumir, o a ser el típico líder negativo que incita a otros a seguir sus pasos. Aunque puede ocurrir lo inverso y mantenerse alejado de estos vicios.

Puede sonar algo manido o cliché pero lo seguro es la juventud no mide el peligro. Nunca serán suficiente las constantes conversaciones y acciones de prevención de diferentes centros en el país, para que cada vez sea el menor el número de adictos y consumidores.

La juventud y la vida se pueden y se deben aprovechar de muchas maneras, sin necesidad de suministrarle al cuerpo sustancias tóxicas, que con el paso del tiempo deterioran física y emocionalmente al ser humano. Convivir en un ambiente sano es la mejor opción en estos y en todos los tiempos.

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