Camilo un héroe vivo en el pueblo (tomado de la Revista Mambí)

En homenaje al 87 aniversario del natalicio de Camilo Cienfuego, presentamos el artículo que La revista Mambí le dedicó en octubre de 1979, por su desaparición física. La Tablilla reproduce ese texto de María E. Losada, a propósito de raletar algunas anécdotas de su vida.

Camilo Cienfuegos no ha dejado de ser lo que fue: un hombre sencillo, afectuoso, modesto, humilde, cordial… un ejemplo.

Su calidad espiritual era inmensa; siempre fue un hombre de pueblo, un hombre de vanguardia. Para nosotros es símbolo de bondad, de sentimiento popular y de honradez revolucionaria.

Unido a su inmenso valor, tenemos a una gran inteligencia, a un revolucionario íntegro, a un hombre sin tacha que constituye un hermoso y a la vez difícil ejemplo a imitar. El propio Comandante en Jefe lo llamó siempre a su lado para las tareas más difíciles, porque lo conocía bien y había probado infinidad de veces su calidad de hombre “a todo”. Y esa gran confianza que tenía Fidel en Camilo se encierra en aquella pregunta que le hiciera nuestro Comandante en Jefe en el célebre discurso de la paloma en el hombro: “¿Voy bien, Camilo?” Aquí nos damos cuenta de que Fidel veía en Camilo Cienfuegos al pueblo, porque esa pregunta iba dirigida al pueblo y Camilo podía responder por él.

Es inspirado en este hecho que, después de su dolorosa desaparición, el Indio Naborí escribe su poema “Eterno”:

Ahora… el Héroe ¿dónde está?
¡Quién sabe! Pero lo cierto
es que si ha muerto, no ha muerto:
no ha muerto ni morirá
Hasta en polvo seguirá
siendo la Patria con filo,
y el pueblo que sigue el hilo
de su espíritu radiante
preguntará cada instante
de lucha: ¿Voy bien Camilo?

Esa vida tan hermosa, llena de tantas anécdotas revolucionarias, comenzó el 6 de febrero de 1932, en un hogar humilde, hijo de padres honrados y laboriosos que pusieron todo su esmero en darle una buena educación, a pesar de las condiciones existentes en aquella época, sin embargo, podemos afirmar que lo lograron, llegue pues nuestra felicitación a esos padres que dieron al pueblo y a la revolución, un hombre tan íntegro.

Corría el año 1953, cuando asqueado de los horrores y la explotación llevada a cabo sistemáticamente por la tiranía, decide viajar a Estados Unidos, pero decepcionado pronto por las condiciones de vida allí, decide regresar. Ya aquí, siente como suya la lucha que llevaba la rebelde juventud contra la tiranía batistiana.

En una manifestación, el 7 de diciembre de 1955, es herido, todos recordamos su muy conocida frase de: “lo mío no es nada” y pide que atiendan a los otros antes que a él. Detectado por los esbirros como su enemigo, se ve obligado a viajar de nuevo a Nueva York. Allí conoce de las actividades de Fidel en México y decide incorporarse al núcleo que, bajo la dirección de aquel, gestaba la liberación.

Es uno de los tripulantes del yate Granma y lucha en el combate de “Alegría de Pío”, lugar donde se dispersa el grupo. Precisamente en este combate nos da una muestra de su entereza de carácter cuando ante el débil grito de uno de los combatientes de: “Estamos perdidos hay que rendirse”, se alza la voz vigorosa: “¡Aquí no se rinde nadie…!”

Se cuenta que en la Sierra era un compañero alegre, luchador incansable; son muchas las anécdotas acerca de este período de la vida de Camilo.

Por orden de Fidel, Camilo y el Che fueron los encargados de llevar la invasión a las provincias occidentales. Camilo parte el 21 de agosto con la Columna “Antonio Maceo” para cumplir su misión: invadir los llanos de Oriente y la provincia de Camagüey hasta llegar a Las Villas. A los 40 días cruza el río Jatibonico, dándole cumplimiento a la misión encomendada por Fidel.

Fue el primer oficial rebelde que entró en La Habana al producirse el triunfo revolucionario. El día 2 de enero, entra en el Campamento Militar de “Columbia” por la posta 4. Después del triunfo todos lo recuerdan, junto a Fidel, como compañero inseparable, como luchador incansable, como amigo.

A Camilo le tocó la delicada misión de detener al exjefe de Camagüey, Comandante Hubert Matos, acusado de traición, misión que cumplió rápida y precisamente, y solo después de cumplirla, sale del aeropuerto de Camagüey a las 6:01 en el avión bimotor de las FAR, marca CESSNA 310, No. 53 de 5 Plazas rumbo a la Habana, acompañado por el piloto teniente Luciano Fariñas Rodríguez.

Cuba se vistió de luto después de una escudriñadora búsqueda que resultó inútil: había desaparecido el pequeño avión en la tormenta.

Pero Camilo vive, está presente en todos nosotros, en el pueblo, en los jóvenes que estudian para magníficos cuadros oficiales en las Escuelas Militares “Camilo Cienfuegos”, los camilitos, que crecen inspirados en su ejemplo; en esos cientos de miles de pioneros que cada octubre llevan en sus, manitas una flor para Camilo: en la juventud comunista, vanguardia de toda la juventud cubana, que ostenta con orgullo en su emblema, la figura de Camilo junto a la de Mella y el Che. De él precisamente, dijo el Che: “… Camilo era Camilo, señor de la vanguardia: guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer… Ya lo dijo Fidel, no tenía la cultura de los libros, tenía la inteligencia natural del pueblo que lo había elegido entre miles para ponerlo en ese lugar privilegiado a donde llegó con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y con devoción”.

Agradecemos la colaboración prestada por la compañera Lilia Lamas Rosabal, incansable luchadora que conoció a Camilo y que tuvo la gentileza de facilitarnos algunos datos sobre a personalidad del Héroe de Yaguajay y las fotos a espacio de página que aparecen en este trabajo.

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