Panel “Dimensión social de la ciencia y la tecnología” (IV)

Moderador: Rafael Hernández, Politólogo, director de la revista Temas.

Panelistas:

Dra.C. Alisa Delgado, Profesora de Mérito de la UO e investigadora del Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños “Dr. José A. Portuondo” (CESCA)

Dr.C. Eloy Dariel Álvarez, especialista principal de Comercialización y Producción del Centro de Biofísica Médica (CBM)

Dr. Carlos Miyares, profesor consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba

MSc. Marcos Camping, vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Santiago de Cuba

Rafael Hernández: Muchos de ellos (se refiere al público y se dirige a los miembros del panel) han abordado cómo responder a la pregunta tres: cómo resolver o cómo enfrentar estos problemas; qué fórmulas emplear para lograr expandir, profundizar el carácter social de la ciencia en este sentido. No el de la utilidad de la ciencia para la sociedad sino el de la capacidad de la ciencia para reflejar a la sociedad; con sus motivaciones, problemas, intereses y puntos de vista -con la aclaración de que, efectivamente, la ciencia no se reduce a la dimensión social-. Menos mal que la gente no pensaba que la Tierra era redonda cuando Galileo dijo que era redonda. Eso le trajo algunos problemas, pero la verdad científica no es algo que tiene que ver con el consenso, de ninguna manera. Es algo muy diferente al centro del debate de este panel.

(Se dirige a los panelistas) Ellos han tirado montones de bolas al terreno, no hay filder que las agarre todas. Ustedes eligen cuál van a atrapar.

Dra.C. Alisa Delgado: Dentro de las cuestiones que se han planteado hay dos que constituyen realmente obstáculos, que son de naturaleza cultural. El doctor Miyares abordó la cuestión de las mentalidades, y yo diría también de otras prácticas verticalistas que nos han ido conformando cierta actitud de inercia frente a todos los problemas que aquí se han planteado.

Me parece que, necesariamente, para nosotros poder adelantar, en el momento en que estamos, tenemos otra gran dificultad; y es que tenemos, a veces, mecanismos que nos impiden hacer. No puede haber un nivel de decisión y de autogestión.

Yo pensaba en lo que decía el vicepresidente Camping de cómo lograr hacer funcionar esa triple alianza entre Empresa-Universidad-Gobierno; y me respondo que tiene que ser el Gobierno, necesariamente, y de acuerdo con la Constitución de este país, el que lidere las acciones. Es decir, no la universidad. Porque no es la que debe llevar el carácter de líder. Es líder en la ciencia, sí, pero quien representa al pueblo, a la sociedad, es el Gobierno. Entonces nosotros tenemos una gran dificultad y es, propiamente, que no hay a veces margen a ciertas realizaciones y autonomía. Existen empresas que tienen un presupuesto para investigación o capacitación, y el Gobierno también, y no se utilizan. Eso tiene que ver con algunos de los problemas que ya se han planteado aquí.

Para mí, la cuestión parte de la política. Si nosotros no vamos a la búsqueda, a realizar cambios que flexibilicen la política de estos procesos de innovación y de ciencia, para que cada vez más las prioridades se decidan desde abajo; es decir, desde las empresas, desde las instituciones, desde las comunidades, y no desde lo que otros deciden que hay que hacer y construir; pensando ya en esa realización que permita “que pueda ser el Gobierno quien lidere y coordine una red de instituciones” en las que esté representado, como Gobierno, y asistan también las empresas, las universidades, las organizaciones de la sociedad civil, los centros de investigación… Para mí esta es una forma de poder adelantar. Es decir, tiene que haber cambios en la política: que flexibilice aún más, que empodere más desde abajo realmente; porque tenemos otro gran dilema: nosotros a veces tenemos miedo de hacer algunas cosas porque no sabemos cómo se hacen. Y yo digo que hay muchas situaciones que son de carácter formativo y hasta jurídico. Todas las tesis doctorales de ciencias jurídicas llegan a plantear modificaciones a toda una serie de leyes en este país y están ahí guardadas. O sea que lo político y lo jurídico no cuenta, porque está normando hasta dónde se puede adelantar.

Sobre la otra cuestión que el compañero Escandell planteaba, el problema de la socialización, yo creo que sí, hay que cambiar los mecanismos si los que hemos utilizado no dan el resultado que se espera; cuidando además de que la comprensión pública del asunto no llegue solamente a la empresa o al grupo de técnicos o de expertos, sino que llegue a esa población que necesita conocer hasta dónde se está logrando hoy en materia de ciencia; y cómo se puede apropiar también de ella, incorporarla. Realmente, si no buscamos esos mecanismos, y los pensamos más, para que logren una comunicación de las diferentes estructuras y asociaciones y niveles del tejido de la sociedad, tampoco vamos a poder avanzar.

Creo que alguien habló, aunque lo dijo de otro modo, de qué imagen se tiene desde nuestra población de eso que se hace en el CNEA, en BIOECO, de resultados que tributan al desarrollo no solo de una institución o un grupo humano, sino de la sociedad en general; y se preguntaba hasta dónde esos resultados responden a sus propias necesidades. Para mí, ahí está la cuestión de fondo, que tiene que ver con el hecho de cómo se deciden a veces estas cuestiones de los impactos de la ciencia. ¿Quién decide cómo debe ser el impacto? Este es realmente un camino que, para mí, hay que recuperar.

Yo voy a decir algo: en los años setenta, cuando yo empecé a trabajar en esta Universidad, ya Escandell estaba estudiando Economía (Risas); en mi Facultad de Humanidades los profesores que a la vez investigábamos no dábamos abasto para la cantidad de solicitudes que teníamos de cualquier centro, colectivo de trabajo o institución de la sociedad santiaguera, para conocer de nuestras investigaciones. Preguntémonos cuántas solicitudes tenemos hoy. Preguntémonos cómo incluir al otro, a ese ciudadano común (que puede ser mi vecino, mi amigo, no sé…), en este proceso.

Nosotros hemos hecho investigaciones de ese tipo. En el área de ciencias sociales, de la Sociología. Los compañeros de los centros de investigación hicimos un estudio de tres años, le entregamos los resultados al Gobierno, con algunas propuestas, y nos ha quedado la insatisfacción. Recuerdo que cuando entregamos el resultado final, cuando lo socializamos, estuvieron presentes solo presidentes de tres consejos: Guillermón Moncada, Los Maceo y Flores; y la secretaria de la Asamblea; pero nos quedamos, incluso, en la estructura de consejo popular. Y nosotros les dijimos, bueno, creen ustedes los espacios. Pero realmente eso faltó. El ciudadano común no estaba allí, no sabía lo que estábamos estudiando: el problema de las mentalidades. Queríamos que conociera lo que estaba ocurriendo, por qué ocurría, pero realmente eso quedó ahí.

El estudio que hicimos en el último Proyecto, que fue sobre consumos culturales en varias universidades del oriente cubano, quedó ahí. Y entonces, ahora, Juventud Rebelde lo aborda. Ese es un problema nuestro, pero no solo nuestro porque, realmente, la cotidianidad es muy difícil y es un obstáculo para hacer muchas actividades vespertinas y nocturnas en la sociedad de Santiago de Cuba. Quizás habría que pensar en cómo llegar mejor a los barrios.

Dr.C. Eloy Dariel Álvarez: En mi experiencia -desde la óptica del investigador hacia las personas del diario, la gente que en realidad es la gran mayoría-, cuando uno comparte o se comunica percibe cómo ellos se preocupan, se interesan. Yo he conocido personas que diez años después de una investigación me los he encontrado y me han preguntado por cosas de hace diez años. A veces uno se siente apenado, porque ya uno pasó ese capítulo de la historia pero las personas siguen preocupadas. Creo que en términos de soluciones, que era de cierta forma la pregunta que venía a continuación, la cuestión sobre cómo la sociedad es informada, retroalimentada del desarrollo científico y tecnológico, tiene que atender en primer lugar a los actores del componente científico; como tal, es una responsabilidad inherente al propio sistema.

Creo que debería haber un papel más importante para el CITMA como ministerio, no el programa Antena de la Televisión Cubana, un programa que en cierta medida, para mí, es limitado, y tiene un enfoque bastante cerrado. Creo que deben existir más espacios, incluso a nivel local, es decir, para la ciencia que se hace en el territorio. Nosotros tenemos experiencia con programas de la televisión local, pero debía haber más divulgación desde la óptica de la ciencia, del que establece la política y que, en cierta medida, es el decisor de la política de la ciencia y es el que se retroalimenta: el Gobierno.

En este sentido, la forma de manejar mecanismos que permitan que lleguen a todos en sus diferentes variantes esos componentes de ciencia, no puede ser igual en el contexto académico, universitario, que el contexto de un sistema empresarial. Yo tengo la experiencia que aprendí en este mundo de las relaciones comerciales -porque uno intenta llegar al entorno comercial desde la óptica de las entidades de ciencia, tecnología e innovación-, y por eso me agradó mucho la intervención de la profesora América; porque a veces nosotros creamos el debate sin ánimo de entrar en una extensa polémica, y sucede que en la generalización de la cultura nacional se le pone un peso a la ciencia que no tiene por qué estar en la ciencia.

Todo el que aplica el método científico es un científico. No necesariamente solo el que trabaje en un centro de investigación es el que aplica una forma científica para abordar un problema. Y eso es inherente a la cultura de toda la sociedad. El Gobierno, por ejemplo, podría promover espacios de participación de la innovación. Nosotros tenemos desterrada de la sociedad, en cierta medida -es mi criterio-, la palabra innovación. La usamos mucho en el contexto cotidiano los que somos actores de ese mundo pero, en el sentido social, las palabras innovación, emprendimiento, iniciativa, esa capacidad de la gente para generar, a veces las tenemos marginadas; y le ponemos peso a otros sectores sociales que no tienen por qué tenerlos.

Yo participé, vi una muestra de campesinos de Martinica, aquí mismo en Santiago de Cuba, campesinos que desde hace toneladas de años fabrican harina de yuca, hacen pizza de yuca, dulce de yuca. No se requiere mucha tecnología para hacer esas cosas, pero eso es emprendimiento, son proyectos locales. Eso le resuelve los problemas a la gente, diariamente. Y los dulces de yuca saben igualito que los otros, porque tuve el placer de probarlos. Aquí no hay esa cultura. O es que usted espera que un centro de alta tecnología genere la harina de yuca y genere la tecnología para fabricar pan de yuca. Eso es un emprendimiento que puede salir de la gente, desde la base, no hay que hacer alta tecnología para hacer harina de yuca o de maíz. Ah, pero tiene que existir un actor en la sociedad que promueva ese tipo de iniciativa, y no hay que dar ese rol protagónico a un centro de alta tecnología del Ministerio de la Agricultura. El sector cuentapropista puede hacerse cargo de eso, con proyectos de innovación que tengan en cuenta al sector cuentapropista; para poder dejarle al Estado, como dice la política y el enfoque de los Lineamientos, la componente esencial. Porque nosotros nos definimos como socialistas porque tenemos los medios fundamentales de producción en el sector estatal, que es el que representa a todo el pueblo. Entonces ahí es donde hay que poner la alta tecnología, porque esa es otra realidad que se tiene que solventar desde la esfera de la política y del Gobierno. Hay poco dinero y hay que ponerlo a crecer. No nos queda más remedio.

Alguien mencionó ahorita, creo que era la profesora de Economía, la visión con que el Comandante percibió esta realidad. A nosotros nos tocó de cerca, porque el CBM se fundó en el noventa y tres, cuando el Período Especial iba hacia su pico; y el que era director en esa época trajo una anécdota de una conversación que tuvo con el Comandante, donde el líder de la Revolución le decía: “más dinero se pierde en un camión, que choca todos los días. No te preocupes por el millón de dólares que te vamos a dar ahora”. Ese centro se hizo con un millón de dólares, pero las empresas que se dedican en el mundo a esa tecnología invierten en investigación y desarrollo más de 4 mil millones de dólares anualmente. Entonces, estamos hablando de varios órdenes de magnitud. Si usted quiere tener tecnología, y ahí me remonto a lo que decía el profesor ahorita, usted no necesita un tomógrafo de RMN para atender al noventa y nueve por ciento de las personas que van a un hospital; y con el método clínico, que yo sí lo aprendí, me decían: usted haga un examen exhaustivo y si usted tiene que prescindir de todos los métodos complementarios hágalo. Ah, pero hay un uno por ciento de problemas, y en la sociedad cubana se ve: llegar a cuatro de la mortalidad infantil es un logro, pero bajar de cuatro a dos, ya esa es otra cuestión. Ahí hay que resolver problemas de altas tecnologías. Y así pasa con diferentes sectores de la sociedad.

Rafael Hernández: Dr. Miyares, teniendo en cuenta la escasez de la variable Tiempo, le pregunto: ¿usted cree que los problemas dependan, fundamentalmente, de la política para solucionarse?

Dr. Carlos Miyares: La política es muy necesaria en estos momentos, en todos los aspectos. La política busca objetivos que están por encima de algunos intereses. Sin embargo, creo que hay que priorizar, por encima de todo, a la formación del científico. Para que sea un magnífico comunicador y, además de eso, un trabajador social a toda prueba. Esto solo se concibe, en primer lugar, redimensionando lo que fue el concepto y los fines educativos. Hay que ver cuáles son los objetivos que nosotros vamos a perseguir con la formación del médico, por ejemplo, independientemente de que estén definidos. Pero la pena revitalizar ese concepto. Desde el punto de vista de los determinantes de la Salud, algunos investigadores llegaron a conclusiones que yo voy a exponer aquí. Teniendo en cuenta un universo del cien por ciento, el 20 % de la determinación de la Salud depende de factores genéticos. Mamá y papá cuando se unen dan un resultado determinado que, lo quieras tú o no, ya lo tienes; o sea, la herencia. Lógicamente es inevitable y, por tanto, sea buena o sea mala, sencillamente, no te la quita nadie de arriba. En estos momentos se habla de que la tecnología me puede cambiar el ADN, etc., pero eso ya lo veremos en el futuro. Nosotros no podemos trabajar para ser una sociedad biogenética. Nosotros tenemos que hacer una sociedad con los discapacitados. Y esa muchachita que corre con un solo brazo, corre mejor que nadie.

Rafael Hernández: Disculpe por interrumpir su línea de pensamiento, pero déjeme hacerle una pregunta: ¿la sociedad puede desarrollar mecanismos que permitan que las personas no necesariamente tengan que ir al médico para todo, y comparar medicinas para absolutamente todo? ¿Usted cree básicamente que la dependencia de la relación con el médico, la recurrencia al médico, puede disminuir? Porque antes, mucha gente no tenía la posibilidad de servicios médicos. Pero impresiona ver la cifra de la cantidad de consultas y de pastillas que se toman para cualquier cosa, y de la cantidad de veces que la gente va al médico para cualquier catarro. Nadie en el mundo va al médico por un catarro, casi nadie, incluso en países donde hay médicos y donde la gente tiene seguro médico y planes nacionales de salud. Mi pregunta es: ¿se podrían generar, desde la sociedad, comportamientos influidos por las instituciones, contribuidos, creados, articulados por instituciones o por organizaciones, a partir de los cuales pudiera solucionarse el problema, o una parte de él?; tal vez no sea todo lo que logra el servicio de Salud de lo que se llama el Ministerio de Salud Pública. Contésteme en tres líneas.

Dr. Carlos Miyares: Te la voy a responder en una línea. Pero pasa lo siguiente: tú mismo te definiste no como moderador sino como provocador. Entonces, lógicamente, tú has dado en un clavo que es necesario. Lo que pasa es que en esta mesa redonda estamos limitados por cinco minutos, para explicar toda una serie de contenidos. Mira, en el siglo XVIII las corporaciones médicas, que ya existían desde el siglo VI aproximadamente, por lo menos en las referencias que yo he encontrado, hicieron un pacto con las burocracias estatales de los nacientes estados-nación. ¿Sabes por qué? Porque hubo un compromiso social entre ellos para otorgar al médico, que era en aquel tiempo una figura secundaria, un papel principal. Porque no había medicina ni nada, solo un poco de yerbateros y, además, eso les daba dos cosas fundamentales: el monopolio de la gestión de salud y erradicar a toda costa, por una parte, la medicina llamada popular. Todas estas cosas surgieron con los imperios persa, hitita, etc.; y toda la gente que existió antes de Hipócrates y después de Hipócrates, sencillamente, dijeron que esa no era importante. No enfocaron la cuestión hacia el autocuidado. Cuando yo estudié Medicina, por allá por los años sesenta, nadie me habló de ello, y entonces, ahora en los documentos de la OPS y de la OMS, el autocuidado constituye una aspiración y, además, hoy existe un reconocimiento tácito de estas dos organizaciones hacia él. Sin que el paciente con su autocuidado suspenda prácticamente toda la medicación que el médico ubicó hacia él ni las indicaciones que le hicieron. Por tanto, quiere decir eso que en aquella época ya el monopolio de atención médica tenía como objeto, en primer lugar medicalizar la sociedad, que lo ha logrado: ¡aquí todo es medicalizado, incluso hasta la marca Adidas! Si tú no corres con botas Adidas no estás en forma, y como eso un montón de cosas más.

Rafael Hernández: Yo le voy a pedir que me escriba un artículo para la revista Temas sobre eso.

Dr. Carlos Miyares: Yo, encantado.

Rafael Hernández: Marcos Antonio, estamos extrainning.

MSc. Marcos Camping: Yo veo las posibles soluciones en dos cosas, algo de lo que decían la doctora América y el estudiante de 5to. año. Las soluciones están en el propio desarrollo de las ciencias de la Educación. Desde la Universidad hay que educar en la solución de estas problemáticas. Y, por otra parte, coincido con la Doctora Alisa en lo de la gestión gubernamental que, de manera intencionada, se haga en cada uno de los territorios. El Gobierno debe ser el gestor principal del proceso de integración de las ciencias y de la introducción de los resultados. Ahí radican, en mi criterio, en ambas direcciones, las principales cartas de triunfo que puede haber en este tema.

No obstante, en Santiago no estamos tan maniatados con eso. Estamos liderando un proyecto desde el Gobierno municipal, UNIVERCIUDAD, que integra a las universidades con los gestores sociales del territorio, es decir con los consejos populares, el consejo de la administración y las empresas; para buscarle solución de manera integrada y cohesionada a las problemáticas, desde las diferentes visiones, en este contexto del municipio Santiago de Cuba. Al final, queremos entregarle a usted unos ejemplares de las ediciones de la revista UNIVERCIUDAD, que puede ilustrar parte de lo que se viene haciendo desde el Gobierno municipal en aras de ir franqueando algunas de las barreras que existen, y que aquí se han expuesto.

Rafael Hernández: (Se dirige al público) Las preguntas pueden ser más importantes que ninguna otra cosa en estas sesiones, incluso si no son respondidas.

Dr.C. Giovanni Villalón García (Especialista de Comunicación de la Delegación Territorial del CITMA) Cada uno ha ido abordando la situación de la ciencia desde una arista diferente, pero es muy complejo. Por eso me parece inteligente que exista esta variedad en el grupo de panelistas. Hay cuestiones que han afectado la mentalidad de los que hacen la ciencia, y dentro de ellas hay un elemento cultural. Lo que nos ha tocado vivir durante todos estos años ha propiciado que haya negatividad, que no se propicie un pensamiento transformador. Recibimos muchas negativas en nuestro diario quehacer, en todos los sentidos: al recibir un servicio, hasta por presentar un tema. Porque es más fácil decir que no, y no ver la posibilidad de cómo favorecer a las personas. Y esto no solo tiene que ver con el dinero.

Otra cuestión son los mecanismos, que han sido siempre muy verticalistas, unidireccionales. Cuando hablamos de la solución de problemas insisto en dos organismos: el Gobierno, por la capacidad de decisión que tiene, y el CITMA, al cual pertenezco y ahorita, afortunadamente, se cuestionó de alguna manera la labor del CITMA. Yo creo que este Ministerio debe hacer mucho más, porque es el organismo encargado de asesorar y hacer cumplir las políticas cubanas en materia de ciencia, tecnología y medio ambiente. Es el encargado de que haya asesoría, exigencia y control sobre esos temas; logrando esa tríada, de cual se hablado de alguna forma, entre la Universidad, las empresas y los problemas del medio. Para que todo el mundo pueda cooperar sabiendo la responsabilidad que le toca a cada uno, y no como ocurre; y es otra cosa que voy a plantear aquí: históricamente, los proyectos se han acomodado a la burocracia, a la burocracia de un informe final, de un diploma, de una evaluación al año, de un artículo, y quizás, de un expediente para optar por un premio. Y se acabó la responsabilidad. Yo creo que eso nos ha afectado muchísimo. Hay que trabajar mucho todavía en la responsabilidad individual de los investigadores, para que sepan que sus investigaciones se llevan a la práctica y, por tanto, hay que convocar a los demás.

Finalmente, quiero entregar este libro al compañero Rafael Hernández, porque es de mucha actualidad. Se conformó con entrevistas a importantes figuras de la ciencia en Santiago de Cuba y; una de ellas, que en estos momentos está en La Habana, recibiendo homenajes en la Feria del Libro -me refiero a la Historiadora de la Ciudad-, dice en un momento de la entrevista aquí publicada: “Si algo define a los científicos cubanos es la tenacidad para superar dificultades, desde la carencia de transporte hasta las necesidades patentes. Eso te obliga a ser persistente a la hora de defender los criterios”. Creo que por ahí va parte de la solución.

Dra.C. Alicia Martínez Tena (directora del CESCA): Yo creo que la manera más expedita de que la dimensión social de la ciencia sea visible la constituyen las políticas sociales. Hay muy pocas políticas sociales que expresen o atrapen resultados de las ciencias sociales. El Estado ha declarado ampliamente que existen problemas, como los grupos vulnerables, la atención a familias con desventaja social, el envejecimiento de la población y los consumos culturales en jóvenes cubanos. Son problemáticas que la Sociología, la Antropología, la Filosofía o la Ética han ido incorporando en el hacer cubano. Sin embargo, las salidas en el orden gubernamental son escasas, para no decir nulas.

Yo preguntaría por qué. Si hay conciencia, en un grupo importante de la sociedad cubana, de que estos son problemas que deben ser atendidos y que hay resultados. Por qué, entonces, hay tantas carencias en políticas sociales.

Estas ciencias dialogan con conceptos como el cambio, el consenso, la exclusión, la diferencia, la desigualdad, la pobreza; y estos son conceptos a los que, a veces, la política le tiene miedo. Tiene miedo de poder percibir algo que es tangible en la vida diaria. Porque la nuestra no es una sociedad perfecta. Está dividida en clases y las clases traen diferencias y desigualdades, y son problemáticas que hoy por hoy tienen magnitudes importantes.

Entonces, hay que atender también a esos problemas que, lastimosamente, las ciencias sociales en su concierto dicen y que están por ahí opacados. Y, bueno, los malestares siguen siendo importantes. Yo me preguntaría por qué hay tan pocas políticas sociales referidas a esos temas y por qué todavía hay tantas distancias entre un discurso político y una investigación social, que le está diciendo a la política “escúchame, por favor, préstame atención, que estos problema deben ser solucionados o al menos atendidos”.

Rafael Hernández: Quiero terminar agradeciéndoles a ustedes la presencia en estas más dos horas en que estado aquí debatiendo. Creo que ha sido un panel excelente, y se puede demostrar en el hecho de que no habido tiempo para que todo el mundo intervenga. Hemos tenido que extender el tiempo habitual de los paneles, así que seguramente podríamos estar aquí más tiempo. Le agradezco mucho a los panelistas y a los que han intervenido en el público. Ese es otro argumento para decir que es un excelente panel. Raramente se reúnen en un mismo lugar físicos, médicos, científicos sociales, escritores, gente de diferente visión, representantes del pueblo. Lo más difícil para mí, en La Habana, es llevar a los representantes del pueblo al panel.

Yo le pido disculpas a los que le he quitado tiempo para seguir hablando. Esta es una tarea desgraciada, más bien odiosa. Creo que este panel ha sido un ejemplo de disciplina y de riqueza en los enfoques, realmente.

Si nosotros nos ponemos a mirar, detenidamente, una vez que hagamos la transcripción, vamos a encontrar que hay una enorme cantidad de matices; de cosas que se enunciaron nada más, por la cuáles podríamos descubrir muchas más. Y repito, lo más importante de un debate como este son los problemas que se plantean, las insuficiencias y las cuestiones que se subrayan, aun cuando no existen fórmulas para responder a todas estas cosas.

Yo creo que este panel ha avanzado mucho en las respuestas, no solamente en las preguntas. Creo que todos los panelistas han ofrecido fórmulas desde su visión. Yo les agradezco mucho, por el privilegio de haber estado aquí con ustedes en esta tarde y haber tenido la oportunidad de escuchar este debate tan interesante. Y les pido que lo repliquen, sucesivamente, y que formen parte de esta serie que queremos seguir difundiendo dentro y fuera de Cuba, porque fuera de Cuba este debate es una imagen absolutamente poderosa y convincente en relación con la capacidad de la sociedad cubana para resolver sus propios problemas. Muchas gracias.

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