Dos hombres un ideal

No es nuestro propósito fijar franjas negras de luto, sino rojas estelas de recordación. No es el pesar de la muerte, como de luz que se apagó, sino fuego de vidas. “Hasta después de muertos somos útiles”, dijo Mella,  profético.

En 1899 nace Rubén Martínez Villena. En 1902 nace Julio Antonio Mella. Quedaba en el eco el fragor de las batallas; a la generación de las ilusiones y las esperanzas, habría de suceder la de las preocupaciones y las ansiedades. El campo de batalla perdía el aspecto exultante de las cargas al machete, y a su realidad social, la ahogaría un ominoso clima de influencias desde el norte. Los grupos dominantes se permeaban de la altanería y el menosprecio del nuevo amo. En la nueva República mediatizada, a las viejas injusticias se empalmaban las nuevas formas de opresión. Valladar a las ansias por las que se había luchado en una epopeya de treinta años. La secular deformación de nuestra economía era llevada a sistematización, dentro de propósitos acabados con miras al provecho del surgente imperialismo yanqui.

Pero a pesar de las perplejidades y contradicciones de los intelectuales, que tienen su origen en el campo económico que les dio origen, las transgresiones progresistas nos dan figuras que representan mil veces el valor de la unidad, y saben elevarse por sobre la tormenta y encauzarla, como Mella, Rubén. Se desprenden del dogal de la necesidad y pasan al reino de la libertad.

En los años veinte culmina todo el proceso de la primera etapa de la República Frustrada. Un hecho externo vino a poner condimento a ciertas decisiones, y su esencia insufló carácter diferente al hacer y pensar frente a problemas tradicionales: la Revolución de Octubre en Rusia.

El proceso de concentración en lo económico modeló la estructuración de la clase obrera y su conciencia de sí. En este momento surge a la lucha Julio Antonio Mella; y en este mismo lapso encuentran su camino una legión de intelectuales a cuyo frente, como ángel vengador, está Rubén Martínez Villena.

Y aunque no sincronizan en algunas actitudes, la protesta por la corrupción del Gobierno de Zayas; el complejo y confuso Movimiento de Veteranos y Patriotas; la actividad del Grupo Minorista, y la “Protesta de los Trece” con Rubén al frente, el Movimiento Feminista, Renovación Cívica y otros, abrieron a los ojos de Mella, Rubén y los intelectuales la ventana que muestra las causas generales del mal en el régimen social capitalista, personalizado en las jerarquías nacionales y el imperialismo. Habría de ceñirse en los inicios a tanteos de intelectuales, hasta que bebieron en la fuente del marxismo-leninismo, hacia donde los conduce, como en impulso, la realidad económico-social expresada en la existencia de la clase obrera.

Fue la Universidad el baluarte de las primeras inquietudes. La asamblea de estudiantes de principios de enero de 1923 y la ocupación del recinto universitario el día 15, son las primeras batallas que gana la Revolución. La Federación de Estudiantes Universitarios logró ser tratada como fuerza de opinión y logró reformas. Que esto fuera logrado, mide la fuerza moral del movimiento. Pero el Congreso de Estudiantes de octubre de 1923 ya formula el contenido que ha de tener la lucha en lo adelante: “declararse contrario al sistema capitalista universal”.

Mella será el alma de la Liga Antiimperialista, de la Federación Anticlerical, y aun del Partido Comunista fundado en 1925. Pero su pasión lo llevaba a la Universidad, aunque no a la de los métodos clásicos; y surge de su entusiasmo lo que él llamó “la niña de mis ojos”: la Universidad Popular “José Martí”. Allí se ahogó en desvelos, para allí se atrajo a Rubén y otros intelectuales valiosos (“obreros, seguid en vuestros puestos. El proletariado instruido ha de marchar a la vanguardia”). Empezaba el método oficial anti-comunista, y Mella es detenido el 27 de noviembre de 1925, al salir de un acto conmemorativo en un centro obrero. EI 5 de diciembre se declara en huelga de hambre hasta el 23 de diciembre. Dieciocho días que conmovieron a Cuba. ¿Qué le da fuerzas a una huelga de hambre, sino el terreno emocional condicionado? Después, al exilio combativo, hacia Méjico. Allí le buscarán para asesinarlo los esbirros del imperialismo, el 11 de enero de 1929. Igual que, salvando años, harán después  con Jesús Menéndez en otro día de enero.

Se ha dicho de Martí que, si se hubiera dado por entero a su genio artístico, sería una de las cumbres de la literatura universal: en Rubén Martínez Villena se repite el juicio. No hubo en la turbulenta etapa de los años veinte, evento que no esté lleno del fuego de su actividad inagotable. Junto a Mella en todas las batallas, profesor de la Universidad “José Martí”, en la Falange de Acción Cubana, en la Protesta de los Trece, que lo invistió como adalid de la vergüenza. Su profesión de abogado, en lo adelante, sólo estará como escudo de los sindicatos obreros. Pero cuando la lucha toma el rojo vivo y hace falta el guía, será espada su energía y genio por la causa del proletariado.

Zafó, como Martí, sus ataduras; y él que era fuente de expresión poética, renuncia al verso, por lo que éste recuerda a la actitud contemplativa, y recoge  y esgrime la bandera que deja Mella. Como espada al rojo se consume en la organización del proletariado, en la huelga del treinta, en la Huelga General de agosto del treinta y tres. Igual que él dijo de Sanguily: “Su mano se abrió sobre las multitudes y se cerró sólo sobre la empuñadura de la espada”.

Revista Mambí

Revista Mambí p2

Visitas: 0

Like

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.