Por Josue Hernández Pozo.
Para los seguidores de la política internacional, el comentario internacional del Noticiero Estelar de este jueves 28 de mayo, a manos del colega Jorge Legañoa fue muy esclarecedor y a la vez, nos puso a pensar sobre un escenario en el futuro político de EE.UU del cual podemos esperar muchas sorpresas, no precisamente agradables para Cuba. El anuncio del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, sobre la promoción del senador norteamericano Marcos Rubio a presidente interino de la Comisión de Inteligencia del Senado fue el tema escogido para esta ocasión.
Marco Rubio, senador por el estado de Florida desde el 3 de enero de 2011, conocido por su pequeño tamaño, su incondicionalidad al actual presidente Donald Trump, por sus bravuconadas en política exterior y su intolerancia acérrima a todo cuanto huela a Cuba, Venezuela o Nicaragua, ahora tendrá acceso a algunos de los secretos de más alto nivel en el Congreso como parte de una pequeña “Banda de los Ocho” que recibe cualquier información de las más sensibles investigaciones de inteligencia, tal como explicó en pocos minutos Legañoa.
Dicho senador, parece haber encontrado nuevamente el camino a las posiciones de poder luego de su fracaso en la carrera presidencial, que lo obligó a apoyar a Trump en 2016. Es de esperar debido a su oportunismo, que después de haber sido protagonista en tristes capítulos de la actual administración, tirar algunos hilos de su capital político en tiempos electorales podría ser una jugada. El procedimiento comienza a ser tenebroso a partir de que se considera la “elección natural” para dicho puesto en una línea de sucesión en la que el Senador Burr “casualmente” es investigado por el FBI, y McConnell rompe la tradición de ofrecer el puesto al senador de más antigüedad, actualmente Jim Risch (republicano de 77 años). Pero nada como las palabras de McConnell en el anuncio sobre Rubio para terminar a lo grande un capítulo de cualquier serie de Netflix al estilo de House of Cards: “Su cuidado por la seguridad de nuestra nación, su defensa de nuestros valores e intereses, y su vigilancia ante las amenazas se han ganado una reputación nacional”.
Pero ahora bien, lo interesante está por venir. El ascenso de Rubio tiene lugar en medio de tensiones latentes entre la comunidad de inteligencia y la Casa Blanca, debido a los despidos del magnate inmobiliario a varios funcionarios de ese sector en el último año. Uno de ellos es Michael Atkinson, inspector general que desencadenó los procedimientos de impeachment en su intento por advertir al Congreso sobre una llamada entre Trump y el presidente ucraniano. El presidente norteamericano de forma continuada ha criticado las conclusiones de los órganos de inteligencia sobre la interferencia de Rusia en las elecciones del 2016, cuestión que Rubio conoce perfectamente debido a que ha trabajado con los demócratas en esa investigación y en otros asuntos de los que por cierto, Trump continúa saliendo ileso.
Casualmente, se omitió en el anuncio de la promoción a presidente de la Comisón de Inteligencia, si el Senador de Florida se mantendrá en el cargo anterior. Ante esta omisión y el período electoral que se desarrolla en la actualidad, donde el magnate continúa su paso a la permanencia en el despacho oval, y con las nuevas funciones y atribuciones que conlleva la investidura del senador en temas de Inteligencia: ¿Cuál será el papel de Rubio ante las constantes investigaciones al Presidente? ¿Continuará fiel a Trump previendo una propuesta en un posible nuevo gabinete? ¿O puede estarse preparando para los próximos cuatro años sin Trump?
Otra historia paralela, sobre las cuales diferentes agencias de prensa no pierden el norte y que no podemos apartar de este análisis, es la que se desenvuelve entre Mike Pompeo y el número dos del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Alta, el longevo senador demócrata Bob Menéndez, también detractor de nuestro país. Recordemos que Trump, utilizando sus prerrogativas presidenciales, despidió hace unos días a petición de Pompeo a Steve Linick (Inspector General del Departamento de Estado), quien investigaba acusaciones según las cuales el Secretario de Estado encargaba tareas domésticas a un agente del Departamento de Estado pagado con el dinero público y casi cerraba otra investigación sobre una venta de armas a Arabia Saudita, que se concretó independientemente de la negación del Congreso.
Pompeo ha aprovechado conferencias de prensa para acusar a Menéndez de estar detrás de muchas de estas acusaciones en su contra aún cuando el senador demócrata ha sido investigado en múltiples ocasiones por sobornos. Sea cual sea el desenlace de esta secuela de la serie de Netflix, el desacreditado Pompeo, sale muy mal parado para encarar la posibilidad de volver a ejercer su actual cargo en una posible y repetida administración Trump, que suficiente incompetencia ha mostrado con la gestión de la pandemia Covid-19 y constituye un elemento definitorio en las venideras elecciones presidenciales.
Pero volvemos a Marcos Rubio, el senador que ha escalado a base de sucias alianzas a un escaño codiciado en la política norteamericana. Considerando este nuevo puesto un techo en su carrera política, y con acceso a todo tipo de inteligencia de cuanta investigación se realice, se visualizan dos posibles escenarios. Un primer caso en el que Biden alcance la presidencia, y en teoría podrá establecerse en el cargo y comenzar a tejer nuevas alianzas y conspiraciones a base de sus falsas sonrisas y futura responsabilidad. Y un caso muy complicado para Cuba, en el que aproveche estos meses en la Comisión de Inteligencia del Senado como trampolín para lanzarse a la yugular de Mike Pompeo, en medio de su actual dilema, y se limpie el camino a la Secretaría de Estado, y en ese caso, ya sería hora de cobrar otro favor por sus servicios en la Florida y en el Senado al supuestamente ganador Donald Trump.
Cualquier parecido a los guiones de las mejores series de Netflix o películas de Hollywood sobre la política norteamericana no son pura coincidencia. Estos últimos, son reflejo de una realidad en un sistema político marcado por la corrupción, y donde mantenerse o escalar puestos a toda costa, son premisas y aspiraciones de sus protagonistas. Cuando al parecer los guionistas de la popular serie House of Cards se quedaron sin ideas en la sexta temporada, la actual administración norteamericana y toda la maquinaria que se mueve alrededor no ha dejado de sorprendernos en los últimos cuatro años. Pero en un país donde la realidad supera la ficción, cualquier cosa es posible.
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