Tras la huella del Gran Octubre

Por: Dr.C. Pedro Manuel Tejera

Hace más de un siglo triunfó la Revolución Rusa. Entró en la historia como la Revolución de Octubre, pero la fecha en el calendario vigente actualmente corresponde al 7 de noviembre. La Revolución bolchevique, como también se le llama constituyó el tercer gran intento de los trabajadores rusos por apropiarse del poder político en un Estado feudal-burgués que los explotaba de manera terrible. El liderazgo de los bolcheviques, bajo la certera dirección de Lenin levantó al proletariado ruso, en alianza con sectores campesinos empobrecidos, para protagonizar lo que un escritor norteamericano, que recreó el suceso definió como el asalto al cielo en su obra “Los Diez Díaz que estremecieron al mundo”. Y es que los obreros desde los tiempos del enfrentamiento a la nobleza feudal se involucraron en las revoluciones burguesas, las cuales, posteriormente no dieron respuestas a sus demandas sociales. Los múltiples intentos revolucionarios de transformar la situación de los obreros en la sociedad capitalista fracasaron.

En una fría madrugada de noviembre el crucero Aurora disparó un cañonazo que dio inicio al asalto al Palacio de Invierno en Petrogrado que instauró el poder de los soviets en Rusia y esa misma noche en el Segundo Congreso de los Soviets se aprobaron dos Decretos – Sobre la Paz y Sobre la Tierra-, que daban cuenta de las principales proyecciones del nuevo Estado proletario. Por el primer Decreto Rusia salía de la Primera Guerra Mundial. Por el segundo, el poder soviético atendía uno de los problemas cruciales de la nación y fortalecía el vínculo con las masas de trabajadores campesinos.

Otras revoluciones se iniciaron en Europa, pero sin éxito. Las burguesías de esos países las derrotaron y reprimieron a los trabajadores. La sobreviviente Rusia Soviética fue sometida a una agresión de potencias imperialistas en cuanto terminó la Primera Guerra Mundial. Luego fue sometida al aislamiento de una Europa que rechazaba al socialismo. De hecho, 24 años después la Alemania fascista arremetió contra Rusia con fines de exterminio, aunque fracasó gracias a la capacidad del pueblo ruso para soportar situaciones críticas. Luego se sumaron errores, las tensiones de la guerra fría, la carrera armamentista, la lucha por el dominio del cosmos y la conquista hegemonía mundial. La consecuencia fue un gran desgaste que afectó particularmente a la nación soviética, obligada a competir en todos los órdenes con el mundo capitalista desarrollado y a cooperar con el Tercer Mundo.

Setenta y cuatro años después ante la felicidad de unos y los ojos atónitos de otros la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que desempeñaba un papel activo y positivo en las relaciones internacionales y constituía un paradigma para los revolucionarios del mundo, se desarticuló. Simplemente dejó de existir. Rusia abandonó el camino del socialismo. El Partido Comunista cambió su nombre y sus objetivos. Los sueños aupados y defendidos durante décadas de sacrificio desaparecieron a los ojos del mundo.

Treinta años van a cumplirse desde la desaparición de la URSS. Aún se recuerda el aporte del pueblo soviético a la causa de los humildes y al propio crecimiento de las naciones que cooperaron en el esfuerzo. Y es que el pueblo soviético era una aspiración que no se logró. Entre los factores que contribuyeron a la desaparición de la URSS estuvieron los propios conflictos interétnicos, que en las circunstancias de los 80 y los 90 se agravaron repentinamente. Lo que parecía una familia bien llevada se desintegró. Rusia durante las tres últimas décadas ha retornado al capitalismo. Gradualmente la Federación de Rusia ha restaurado el prestigio e influencias perdidas. Y aunque ya no es socialista sigue siendo el enemigo para el Occidente prepotente. La posición internacional de Rusia introduce algo de sosiego a las naciones débiles, aunque el destino de las mismas dependa de su sacrificio y esfuerzo particular.

Los cubanos en su momento llamamos a ese pueblo – hermano. Aun recordamos la colaboración que nos acercó como naciones durante varias décadas. Los triunfos en la ciencia, en el arte, en el deporte, los sentíamos como propios. Profesores, técnicos, científicos, entrenadores, colaboraron en la consolidación de la Revolución cubana, que hoy se mantiene firme en el proceso de construcción socialista. También Cuba socialista ha sido acosada todo el tiempo. El imperialismo no se resiste a la existencia de un faro de libertad al sur de su territorio y hace todo lo posible por destruir la Revolución cubana, aunque eso signifique el genocidio de su población.

En el 104 Aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, los cubanos no podemos olvidar tales acontecimientos históricos, porque ellos nos ayudan a comprender cuál es el camino que debemos tomar, en quién debemos depositar nuestra confianza, donde está la línea divisoria entre el bien y el mal para la patria. Heroísmo sin límites, resistencia, compromiso, internacionalismo, son lecciones de la Revolución de Octubre que nunca debemos olvidar. En el año 1991 se consumó el asesinato de la Revolución Rusa. El pueblo cubano tiene la responsabilidad de luchar por evitar que la Revolución cubana sea también asesinada. Tenemos una obra y un legado que defender.

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