Por: Olga María Despaigne Feraud
La historia que cuenta la novela “El rostro de los días”, en especial lo sucedido con el personaje de Lía; que, a propósito, es una de las tramas más seguidas, se ha vuelto ya el conflicto central. Ha desatado comentarios de todo tipo. Este escalofriante y triste acontecimiento ha tocado a más de un cubano; independientemente de que sea seguidor o no de la telenovela. Todos han manifestado odio y rechazo hacia el hecho en sí; incluso e increíblemente, hacia al actor.
Es comprensible que el abuso o violación hacia niños y adolescentes sea motivo de cólera e indignación en muchos. Este conflicto ha sacado a relucir diversos estados de opinión, y aunque es penoso afrontarlo en ocasiones, hay quienes dudan de la posibilidad de existencia de sucesos como este en nuestra sociedad. Las personas se refieren a él como un caso puntual aislado y muy lejos de la realidad social que vivimos
Es preciso tener en cuenta que estos eventos negativos, que desestabilizan, se asumen de manera externa, es decir: se conoce su gravedad pero como no afectan directamente no se toma conciencia de ello. Así lo corroboran las de frases de: -“Pobre Lía, no se merecía que le pasara eso”- o -“No es justo que a una niña le pasen esas cosas”- que se crearon en torno a lo sucedido.
Pero cuando el asunto toca de cerca es cuando por desgracia, la realidad evidencia que sí existe, sucede; y se interioriza entonces cuan ajeno se está, habitualmente, de situaciones como estas.
Es importante tener claro que el abuso sexual, la violación, el acoso y la pederastia son expresiones de maltratos en adolescentes y niños; violan su integridad e intimidad. Ahora bien, tomando como referencia el abuso sexual en la telenovela, son cada vez más los casos que se dan a conocer de hechos similares a este. En casi todos los adolescentes prefieren guardar el secreto por miedo o vergüenza, sintiéndose culpables de lo que les sucede.
Por lo general los agresores son figuras que están vinculadas al ambiente familiar (padres, tíos abuelos, primos) en que se desarrolla el menor, lo que le da oportunidades sobradas al agresor, quien se aprovecha de la confianza establecida; y en muchos casos de la inocencia de su víctima.
La historia de Lía, la adolescente que era la preocupación de Cuba entera debido al trágico suceso que le ocurrió, solo deja al descubierto que en situaciones como esta la comunicación es fundamental. Quienes se encuentren en circunstancias parecidas no deben tener temor a decir lo que les sucede; ni deben temer a su agresor. Los niños y adolescentes deben ser conscientes de que merecen su espacio y que su intimidad no debe ser violada por nadie; que no están solos y que cuentan con el apoyo de padres, amigos e instituciones destinadas para estos casos.
“El rostro de los días” ha dado luz a un problema que enfrentan, hoy mismo, muchas familias cubanas. En lo adelante, con certeza, los jóvenes tendrán una mayor confianza en su entorno y en sí mismos.
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