Respirar “el aliento francés” en Santiago de Cuba

Por: Yasmani Herrera Borrero

Cuando el siglo de las luces expiraba el último aliento Santiago de Cuba se asomaba al iluminismo. Esta ciudad acogió la oleada de aristócratas que huían de la violencia de la revolución principeña, la primera de América Latina y el Caribe, la ignominia de una esclavitud vil y azarosa había provocado la rebelión, el mito de Mackandall convertido en pájaro, en perro o en cualquier animal había soliviantado el deseo de libertad entre los esclavos. Esta ciudad le abrió sus puertas a los colonos franceses cuando ni siquiera París era seguro sostener sus privilegios, las cabezas de los reyes rodaban y  Francia se debatía entre su condición de república o imperio. Por lo pronto a unas millas náuticas  todo era casi igual el clima, la comida, las montañas y el mar. Santiago se parecía demasiado a Saint-Domingue para despreciarla.

Atrás quedaba prosperidad del café y el añil cultivado con sangre y sudor negro y en lo adelante el deseo de fundar. Los colonos se integraron rápido compartían con los criollos las ideas novedosas, los libros, la filosofía, el hábito de conversar el café. Alimentaron el espíritu de la ciudad instalaron negocios proliferaron la orfebrería, la herrería, la moda con aquellos trajes demasiado calurosos para el verano santiaguero, su influencia fue notable se dice que en el siglo diecinueve abundaban en Santiago las escuelas bilingües, estaba de moda tener un toque francés. En ese ánimo de fundar se asentaron en El Tivolí en una cuesta al fondo del mar calmo de la bahía santiaguera, allí pusieron sus bares, sus cafés, por aquellas calles con lámparas de queroseno abundaban las serenatas y la vida bohemia que más tarde devendría en el núcleo gestor de la trova tradicional.

La aristocracia más rancia de Saint-Domingue  se resistió al mestizaje, se alejaron de todo, buscaron el Olimpo cubano, en las cercanías de la Gran Piedra, dieron forma a un negocio extraordinario y a una forma de vida que constituye memoria del desarrollo agrícola en condiciones difíciles, por lo que es también Patrimonio de la Humanidad. En lo agreste de las montañas a más de 1200 metros de altura en un clima benévolo y rodeados de una naturaleza fabulosa  establecieron sus haciendas, sus secaderos de café  y se aislaron de todo. Todo ello ha sido minuciosamente documentado y estudiado en Santiago de Cuba, uno de los espacios referenciales para el estudio de tanta influencia francesa y su promoción en esta ciudad es la Cátedra Montigne-Montesquieu, sobre el trabajo que realizan conversamos con la Dra C. María Elena Orozco (M.E.) y con la también Dra. C. Varinia González (V.G.), ambas profesoras del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oriente

¿Qué promueve la cátedra Montaigne Montesquieu, y cómo integra investigación cultural en Santiago de Cuba?

V.G.: La cátedra Montaigne- Montesquieu, fundada en septiembre de 2012, fomenta y promueve los estudios sobre diversas manifestaciones de la cultura franco-cubana y caribeña, frutos del legado de las diferentes oleadas de inmigrantes franceses o descendientes de éstos, llegados a suelo santiaguero en las postrimerías del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, primero desde la antigua Saint-Domingue (después Haití) y más tarde desde la propia Francia. Todo ello en dinámica relación con los impactos y aportaciones de estos procesos migratorios en Cuba y el área Caribe.

Sobre los orígenes de la cátedra la profesora María Elena, fundadora de la cátedra precisó:

M.E.: La cátedra surge dentro de la perspectiva trazada por la antigua Cátedra de Cultura francesa Víctor Hugo de Santiago de Cuba; recoge el legado de la historia común de ambos países, y más recientemente la obra realizada en el marco de los Convenios de intercambios académicos y culturales entre la Universidad de Oriente y las Universidades de Burdeos III y IV, instituciones que llevan los nombres ilustres de Montaigne y Montesquieu, insignes literatos y pensadores y que fueron ambos alcaldes de la ciudad de BURDEOS.

¿Cómo ha contribuido este espacio al establecimiento de relaciones de trabajo que visibilizan la producción intelectual desde el oriente de Cuba?

La constitución y la labor realizada en estos años por la cátedra ha contribuido de manera muy expedita al cumplimiento de lo reflejado en sus propios estatutos, en lo referido a promover el intercambio académico, científico y cultural, como herramienta para unir los trabajos de investigadores de Cuba, el Caribe y Europa. Entre las labores investigativas desarrolladas por sus miembros se encuentran: el rescate de información, testimonios, documentos e ideas en general sobre las migraciones de franceses o descendientes de éstos y su impacto en nuestra cultura. Dichas acciones constituyen plataformas para la realización de empeños investigativos mayores: tesis de maestrías y doctorados sobre el tema, que tienen su génesis en la labor desde la base, en el grupo científico estudiantil creado a estos efectos, en la carrera de Historia del Arte.

M.E.: Creo que la labor desempeñada ha sido ardua para ese fin primero Haber mantenido una actividad sistemática desde su fundación en el año 2012es un logro que hemos sostenido por casi 8 años. También haber mantenido un espacio de encuentro mensual titulado Jueves de la Cátedra y haber divulgado aspectos de la influencia cultural francesa en el Caribe, el oriente de Cuba y toda la Isla.

Y por otro lado creo que hay una fuerte visión integradora al Realizar sus actividades con la participación de un amplio espectro de ponentes (que incluye a historiadores, arquitectos, economistas, filólogos, historiadores del arte y otros especialistas de nuestra universidad y de otras instituciones).

Se puede ver a muchos de los organizadores de nuestra cátedra en la Co-organización de eventos y coloquios (Conferencia Arte, género, sociedad y poder y La otra orilla en la memoria con participación de especialistas de universidades bordelesas; Coloquio Lo francés en Cuba y el Caribe anexo al coloquio “El Caribe que nos une” dentro del Festival del Caribe).

Toda la gestión de la cátedra es el resultado del trabajo mancomunado del conjunto de profesores del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oriente. En este colectivo es notable la armonía que alcanza el trabajo por la diversidad y la mezcla provechosa de profesores de todas las generaciones con un alto grado de compromiso científico y que además han sabido canalizar a través de ella sus intereses intelectuales e investigativos.

¿Quiénes son los principales protagonistas de este espacio?

V.G: Los investigadores integrantes de la cátedra en sí misma, así como otros que han sido invitados en el transcurso de los años en que ha mantenido un funcionamiento ininterrumpido; también se erige en protagonista el público asistente a los Jueves de la cátedra, actividad central que socializa el resultado de las investigaciones relacionadas con lo que nuestra historiadora de la ciudad de Santiago de Cuba, Dr. C. Olga Portuondo Zúñiga ha dado en llamar “el aliento francés” en nuestra cultura.

¿En su apreciación cuáles han sido algunos de los momentos más trascendentes de la cátedra en sus años de existencia?

M.E.: Ocho años es un tiempo largo para buscar esos momentos, pero creo que debemos destacar la Colaboración en actividades organizadas por la Alianza Francesa, con cuyo apoyo siempre hemos contado. Sin embargo no se escapan la memoria  los homenajes a figuras y grupos relacionados con la transmisión de la cultura francesa y la herencia francesa en nuestra personalidad cultural  (Luis Francisco. Delmés, Tumba Francesa «La Caridad de Oriente», MSc. Arq. Marta Lora y Dra. Mónica Cabrera, Lic. Jorge L. Hernández, Arturo Stable, Raúl Fernández Companioni, estos últimos investigadores y creadores fallecidos en los últimos años).

Celebración de efemérides importantes de Cuba y de Francia, por ejemplo 14 de julio, fiesta nacional de Francia, Semana de la Francofonía con la conferencia de Colette Césaire la nieta del gran poeta martiniqueño Aimé Césaire, así como el Concurso de la Canción francesa y Festival de Cine francés.

Y creo que sería injusto no reconocer la inserción de múltiples temáticas como el hecho artístico y arquitectónico, lo audiovisual, los estudios literarios, las historias de familias, los estudios de género y de vida cotidiana, la espiritualidad y los centros de estudios filosóficos y el homenaje a investigadores y creadores que aportaron al estudio de la problemática de la presencia francesa en nuestra construcción como nación, todo ello ha propiciado una relación con un público diverso del que forman parte personas de la comunidad.

¿Qué valor le concede al hecho de crear un espacio sociocultural como las reuniones de la cátedra que ayuda a generar un flujo entre la academia y la sociedad santiaguera y cubana, si se quiere asumir una visión más amplia?

M.E.: Considero es un ejemplo único, espacio de debate donde participan profesores, estudiantes, investigadores y pueblo en general de Santiago de Cuba con temáticas diversas que nos ayudan a conocer mejor al otro, al diferente, ya sea por temáticas como la presencia francesa en Cuba, Caribe y en el oriente de Cuba, la  esclavitud, la masonería, el espiritismo, la discriminación racial, y femenina, el cine, la influencia de la nouvelle vague en los cineastas de Cuba, dar a conocer figuras importantes de ambos países y su rol en las relaciones y los intercambios espirituales entre los dos pueblos Cuba y Francia, entre los más significativos. Contribuye a abrirse hacia lo otro, aprovechando una temática particularmente rica lejos de estar agotada.

¿Tienen algún proyecto editorial o algún emprendimiento que permita visibilizar el trabajo de la cátedra, de ser así comenté al respecto?

V.G.: En estos momentos se trabaja en la edición de un texto que recoge los resultados investigativos de varios profesionales cubanos y franceses, de diversas áreas del conocimiento, participantes en el Coloquio “La otra orilla en la memoria”, celebrado el 8 de noviembre de 2019 y auspiciado (entre otras instituciones y asociaciones) por la cátedra Montaigne-Montesquieu, a propósito de la celebración de los 41 años del Convenio de Colaboración entre la Universidad Montaigne (Burdeos) y la Universidad de Oriente), ese el  Convenio de colaboración más añejo entre una universidad francesa y una cubana.

¿Qué recomiendan desde la cátedra a las personas para los días de confinamiento?

Sobre todo, que cultiven el hábito de la lectura y que busquen en las raíces y recuerdos de cada familia la filiación con la cultura francesa, de tan hondo impacto en la nuestra. También que practiquen la solidaridad, valor que abanderaron nuestros ancestros desde que, en lejana fecha de principios del siglo XIX, acogieron en el seno de esta ciudad indómita a tantos inmigrantes franceses o descendientes de éstos, llegados desde la antigua Saint-Domingue (después Haití) y más tarde desde la propia Francia. 

http://www.uneac.org.cu/noticias/respirar-el-aliento-frances-en-santiago-de-cuba

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