Por: Annaliet Sourt Alvarez
De las drogas se habla mucho por diversas vías: radio, televisión, prensa, internet, en escuelas, instituciones… en fin, el tema no se agota mientras siga siendo uno de los grandes problemas que azota a la humanidad.
La Real Academia de la Lengua Española la define como “sustancia mineral, animal o vegetal, que se emplea en la medicina, en la industria…”, el problema es que las drogas se utilizan también como estimulantes, alucinógenos, y se ingieren mediante diversos métodos: fumada, esnifada (inhalada), inyectada, etc.
Al introducir estas drogas, se altera el funcionamiento de nuestro sistema nervioso central y se crea la adicción: lo que empieza con el consumo de un cigarrillo o porro de marihuana puede terminar en algo mucho peor.
Cuba no es un país con consumo legal de ninguna droga permitido, más allá del alcohol y el cigarro; sin embargo, ello no significa que estemos libres de este mal, pues las mismas sirven como drogas porteras: pueden inducir a probar otras como la cocaína, marihuana, psicofármacos y muchas más.
Una de las mayores preocupaciones es que las drogas (incluyendo las permitidas) están siendo consumidas por adolescentes y jóvenes, quienes desconocen cuáles pueden ser sus efectos y resultados.
Según especialistas en el tema, muchos inician el consumo alrededor de los 13, 14 años, debido, principalmente, a la curiosidad propia de la edad, la presión grupal, el desconocimiento de los daños que estas sustancias pueden provocar y sobre todo, el creer que nunca les sucederá algo malo.
Lo que hoy empieza con un trago de ron o cerveza y un cigarrillo para probar, mañana puede continuar en un “pitillo de marihuana” o un “coctelito explosivo” de alcohol con estupefacientes, y ni hablar de otras mucho peores.
La droga activa los mecanismos de gratificación a nivel cerebral, eso implica que los muchachos van a reincidir en el consumo.
La marihuana, por ejemplo, está legalizada incluso en varios países y considerada “leve” por muchos adolescentes y jóvenes, sin embargo, es muy peligrosa, pues se asocia su consumo con episodios de esquizofrenia, tenga o no la persona alguna predisposición genética.
Otros efectos de la ingesta de este tipo de sustancias son la dificultad para hablar, pérdida de equilibrio, náuseas y vómitos, problemas respiratorios, envejecimiento prematuro, intoxicaciones, pérdida de conocimiento, numerosos tipos de cáncer, e incluso la muerte por exceso.
Esta es solo una muestra, la lista de consecuencias derivadas del consumo de drogas es inmensa, y ninguna es buena, lo peor es que solo quien entra a ese mundo puede dar el primer paso para salir de él, pero la familia, compañeros y amigos deben estar listos para brindarle todo el apoyo.
Las medidas a tomar para combatir este flagelo son muchas, sin embargo, potenciar una experiencia de vida positiva y una recreación sana entre las nuevas generaciones es fundamental para ganar esta guerra.
Organizar talleres y charlas informativas, ayudar a los muchachos a divertirse sin alcohol ni drogas, practicar deportes, realizar actividades al aire libre, así como enseñar a los jóvenes a resistirse de la presión social que a veces supone el consumo de alcohol y drogas.
Es necesario pensar integralmente, desde la concepción y el horario de los centros recreativos, hasta los mensajes que se difunden en nuestros medios de comunicación.
Las acciones de prevención que se realizan en el barrio, escuelas y centros laborales son esenciales para influir en la población, especialmente en edades tempranas. Que la juventud sea vulnerable a las drogas, legales o no, no puede permitirse.
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