Este busto se encuentra entre las aulas y talleres de la Facultad de Tecnología, bajo los arboles, herida la frente por la luz matinal que se cuela entre las ramas. Firme y dulce a la vez la expresión del rostro; hecho de piedras y músculos; de constante movimiento en medio del silencio; inagotable en el saber y en el ejemplo, rodeado del trabajo, el estudio y el corretear incesante de los niños para quienes vivió, a quienes amó y aún ama.
Aquí esta, constante observador del quehacer diario; autor de una nueva verdad en que crece y fructifica el hombre que supo darle vida al mismo y exigirle valor, el que jugó con las palabras, las doblegó a su antojo y las hizo realidad y llenó de decisión la prosa. El mismo que despertó a América y predijo el peligro del monstruo. El que lo dio todo por el Partido Revolucionario Cubano, cayó un 19 de mayo de 1895, para no morir nunca, y retornó después, antorcha del Moncada, Victoria de Girón, creador de nuevas escuelas, maestro del presente y del mañana.
Precisamente en este mes se cumple el aniversario 81 de su caída en Dos Ríos, que representó una pérdida irreparable para los cubanos: murió el poeta comprometido, el hombre de acción, guía indiscutible de la Revolución Independentista.
Hoy esta aquí con nosotros, en la jornada de trabajo, en el estudio; resalta en cada obra de la Revolución, brilla en las palabras de Fidel y manifiesta su presencia en nuestro esfuerzo creador, “con todos y para el bien de todos”.
Lucía Muñoz
Páginas 10 y 11 del no. 1 de Mambí en 1976, año 16. El director de la publicación era entonces Martín Corona
Imagen actual del busto de Martí al que se hace referencia en el artículo
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