El 10 de octubre de 1947, finalmente, se fundaría la Universidad de Oriente. Durante dos siglos y medio se había luchado por su establecimiento en la ciudad de Santiago de Cuba.
A finales del siglo XVII, ya el patriciado criollo santiaguero necesitaba de una Universidad con vistas a garantizar la permanencia de sus hijos en estos lares y propiciar el fomento de su economía. No es sino hasta 1722 que, bajo el obispado de Gerónimo Valdés, se funda un centro de Enseñanza Superior: el colegio seminario San Basilio Magno.
El entonces deán de la catedral, Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, fue un gran promotor de esta idea; y se sabe que, años después, Joaquín Osés de Alzúa y Cooparacio insistió ante la monarquía para fundar una universidad en Santiago de Cuba; ya para entonces imprescindible a todo el Departamento Oriental.
Las aspiraciones de crear una universidad en el oriente del país persistieron durante el siglo XIX, y a comienzos de la última década de esa centuria se hicieron tan fuertes que, tanto la Santa Sede como el régimen imperial español se hallaron en disposición de concederla. La Guerra Necesaria, en 1895, frustró la materialización de ese propósito.
Constituida la República, la demanda de fundar una universidad en Santiago de Cuba se reiteró casi desde sus comienzos, y los reclamos por su realización se incrementarían con el transcurso de aquellos primeros años. Concluida la Segunda Guerra Mundial, la clase media y la pequeña burguesía, llamadas también clases vivas, de la región oriental no quisieron postergar más este requisito esencial del desarrollo. Así, y con el respaldo popular, el 10 de octubre de 1947, se funda la Universidad.
Lo dicho hasta aquí, demuestra la perseverancia de nuestros antepasados correligionarios por alcanzar la meta de poseer un centro de educación superior; y, sin embargo, creo que no se compara en magnitud respecto al progreso de la Universidad de Oriente en el período inmediato al triunfo de la Revolución, en particular, luego de la Reforma Universitaria de 1962: revolución docente y administrativa, que permitiría la adecuación de las carreras a los requerimientos del fomento en la antigua provincia de Oriente, al igual que la entrada masiva de estudiantes de todos los procederes sociales.
La Universidad de Oriente, como todas las del país, tuvo que afrontar grandes retos: en lo relativo al gobierno universitario; al plan de becas; a la sustitución de antiguos profesores, experimentados, por los estudiantes de años superiores; a la carencia de bibliografía actualizada (como secuela del bloqueo norteamericano); y a la apertura de nuevas aulas, en muy poco tiempo, para recibir a los nuevos alumnos; entre otros.
Fueron muchos los éxitos y errores vividos en aquellos años, en los cuales todos nos conocíamos: los de la carrera de Medicina, los de las facultades de Tecnología, Economía y Humanidades. Siempre insistiré, no tanto porque fui testigo sino como historiadora, en el trascendental significado, para la Historia de la Universidad de Oriente, del período posterior a la Reforma del ’62.
Considero que la misma es garantía de lección y experiencia para los años venideros, si se asume su investigación con rigor, sin prejuicios ni dogmas preconcebidos. Cuando la universidad se acerque a su primer centenario, este conocimiento permitirá siempre hacer válido el lema que la distingue entre todas las universidades de Cuba: “Ciencia y Conciencia”.
Muchas gracias.
Olga Portuondo Zúñiga, Historiadora de Santiago de Cuba y profesora en activo de mayor experiencia en la Universidad de Oriente, durante su intervención
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Sabias palabras de nuestra historiadora y profesora universitaria la doctora Olga Portuondo, sin dudas, poco se ha indagado en el quehacer universitario oriental durante ese período fructífero de la década del sesenta, sobre todo, en los años del rectorado del doctor Portuondo, quien defendió la integralidad de la formación humanista del profesional, cuando otros abogaban por impartir sólo las carreras de ingeniería técnicas, agronómicas, etc. Apovecho este espacio para recordar que el ILL está dispuesto a firmar un convenio con la Universidad de Oriente, para donar pate de sus fondos relacionados con el doctor Portuondo a nuestra institución,ha transcurrido más de un año de que se formulara esa intención, creo que es hora de canalizarla para bien de la memoria histórica universitaria.
muchas gracias