Desterremos la indolencia

Por: Dr.C Pedro Manuel Tejera.

Cada día tenemos que lamentar, desafortunadamente, la muerte de una determinada cantidad de compatriotas de cualquier edad. Eso significa que, en un número semejante de familias, se pierde un ser querido.


Perdemos un amigo, un vecino, un hermano, un padre. Nos quejamos si hubo una mala atención, o una carencia, o una demora, si faltó un espacio, o se atendió primero a aquel. Tal vez lloremos, nos invada la nostalgia, nos agobie el dolor y hasta no sintamos impotentes ante un hecho tan aplastante y doloroso como la muerte.


Y esto no es ficción. En los últimos días hemos lamentado la muerte de profesores, trabajadores, vecinos, conocidos. También he sabido de muchos contagiados, aislados, enfermos, que, aunque se recuperan, quedarán con secuelas de la enfermedad, no menos peligrosas. ¿Cómo es posible que no reaccionemos y hagamos lo necesario para frenar al virus? Virus que muta constantemente, como burlándose de nuestra indolencia y dificultándonos la lucha contra él.


Sin embargo, no todos mueren. A muchos, afortunadamente, no les ha tocado la Covid-19. Todos sabemos qué características tiene la enfermedad, pues hay información suficiente sobre el tema. El virus se propaga, fundamentalmente, por el contacto de las personas; evitar su circulación depende del comportamiento de cada quien. Es ahí donde “entran” los indolentes: aquél no usa nasobuco o lo lleva bajo para respirar mejor; el otro no se lava frecuentemente las manos y se acaricia la nariz, la comisura de los labios y hasta de rasca los párpados.


Se sabe de quienes celebran cumpleaños, fiestas y encuentros, sin observar la distancia prudencial con el prójimo, inclusive visitan a familiares de cerca y de lejos, y hasta viajan. A veces no se aprecia la necesidad de saludar sin contacto físico; aun cuando sabemos que en el cambio del comportamiento está una de las vías para frenar la propagación del virus.


Los tiempos y los peligros exigen una respuesta inmediata. Desterremos comportamientos indolentes y aprestémonos a hacer lo necesario para sobrepasar esta situación, sanar las heridas y seguir adelante, con la firme convicción de ayudar en lo que sea posible a quiénes lo necesiten.


Es recomendable en estos tiempos:
-Lavarse las manos correctamente.
-Mantener distanciamiento (1,5 a 2 metros entre personas); especialmente en las aglomeraciones, las cuales debemos evitar.
-Usar correctamente el nasobuco.
-Ante acceso de tos, protegernos la boca con el codo.
-Eliminar toda movilidad innecesaria.
-No tocar superficies innecesariamente.
-Higienizar las habitaciones en la vivienda y airearlas constantemente.
-Utilizar adecuadamente los baños podales.
-Vacunarse oportunamente.


Ya habrá tiempo y espacio post-pandemia para abrazarnos, besarnos y desearnos lo mejor; y hasta festejar colectivamente como es habitual. “Somos Cuba” y es necesario dejar atrás la indolencia. Entre todos podemos derrotar la pandemia y promover los cambios que necesitamos, no los que quieran imponernos.

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