Antonio Maceo y Ernesto Ché Guevara: Dos hombres para todos los tiempos

Por Msc. Liliam Inés Ávila Maldonado. Departamento Historia de Cuba.

Nacidos en igual fecha, pero en épocas y países distintos de Nuestra América, Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna encarnan el modelo ideal del combatiente revolucionario. Bravura y entereza los distinguen. Ambos, en su momento y como parte de las luchas por la independencia de Cuba, protagonizaron la invasión de Oriente a Occidente. El Titán de Bronce, junto al Generalísimo Máximo Gómez, evidenció sus cualidades excepcionales de estratega militar durante la epopeya de 1895, y sus gloriosas heridas en combate fueron sus más preciados trofeos de guerra. Muchos años después, a finales de 1958, el Che reeditó junto a Camilo Cienfuegos otra invasión de Oriente a Occidente durante la guerra de liberación contra la tiranía de Fulgencio Batista.

El 14 de junio de 1845 viene al mundo en Cuba de Antonio Maceo Grajales.  Refiriéndose a Antonio Maceo, Armando Hart Dávalos expresó de él:  “Maceo aprendió en su casa la responsabilidad, el aprecio al trabajo, los principios morales, la fortaleza de espíritu y de cuerpo, el valor y un profundo amor a la patria, a la libertad y a la justicia”.

Siendo todavía un joven de solo 23 años, se alza con su padre y algunos de sus hermanos contra el poder de España, en una estirpe donde el amor a la patria se respiraba a cada instante en el singular ejemplo de Mariana. De Maceo, su ejemplar trayectoria en el Ejército Libertador cubano está llena de hechos que lo dignifican por su especial connotación, incluso cuando tuvo que contener sus impulsos personales para no violar la disciplina militar, situándose al margen del bochornoso proceso que culminó en 1873 con la deposición del presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes. Luego, Maceo salvó el honor y la dignidad de los cubanos, cuando en Mangos de Baraguá en su histórica entrevista con el jefe español Arsenio Martínez Campos dijo no a la paz sin independencia y sin abolición de la esclavitud derivada del ominoso Pacto del Zanjón.

El 14 de junio de de 1928 nación en Rosario, Argentina Ernesto Ché Guevara. En el actuar y en el pensamiento del Che la urgencia de poner a prueba un proyecto de emancipación para América Latina forma parte del contenido de tesis formuladas en diferentes etapas de su vida, las que devienen referentes dentro de las múltiples acciones de grupos y movimientos que las hacen suyas.

Las enormes desigualdades sociales vistas entonces por el Che, los flagelos del capitalismo incipiente con sus grandes injusticias y el aplastamiento del intento revolucionario guatemalteco por la injerencia de Estados Unidos aliado a la oligarquía nativa en 1954 abonaron el terreno para que el médico novel que había en Ernesto se transformara en el revolucionario que decidió luchar por Cuba luego de su primera entrevista con Fidel en la capital mexicana.

El Che, uno más en el Granma, demostró desde el comienzo su voluntad de lucha y su estoicismo, cuando en medio del infierno de Alegría de Pío trató junto a sus compañeros de repeler el asalto de los soldados de la tiranía y escogió entre una caja de medicinas otra de balas, esta última, para devenir combatiente más que médico en aquella coyuntura extrema. Por eso y por su actitud destacada de vanguardia fue el primer comandante nombrado por Fidel al frente del naciente Ejército Rebelde.  

El Che es un símbolo de la lucha armada contra el imperialismo, esto se convirtió en su legado político por su influencia y participación en los movimientos revolucionarios del mundo.

La historia se ha encargado de unir a estos dos valerosos hombres, que dejaron una profunda huella en la contienda de Cuba, pero también de toda América Latina.

De ellos diría el líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz:

«Maceo era ya un personaje legendario cuando el Che vino al mundo. Si uno afirmó que quien intentara apropiarse de Cuba recogería el polvo de su suelo anegado en sangre si no perecía en la lucha, el otro anegó con su sangre el suelo de Bolivia tratando de impedir que el imperio se apoderara de América. Ambos fueron invasores de Oriente a Occidente; ambos murieron en combate; ambos son hoy símbolos insuperables de valor e intransigencia revolucionaria».

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