Estimados invitados, decana, claustro de profesores, compañeros graduados, familiares y amigos:
Intentando encausar el flujo de frases, ideas y reflexiones que se iban apoderando de mí en el momento en el que redactaba estas palabras, que muy humildemente tengo la suerte de compartir con ustedes, no encontré mejor forma de comenzar que citando al físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático griego, Arquímedes, quien alguna vez expresara: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
Parece una frase hecha, pero hoy, que es un día en el que nuestras vidas dan un giro radical de 180 grados, que es el día por el que hemos esperado y nos hemos esforzado tanto durante estos años, los invito a tomar esta frase como bandera, sabiendo que como punto de apoyo tenemos la premisa de que una de las características que hace verdaderamente respetable a cualquier ser humano es su conocimiento.
Conocimiento que no ha sido fácil adquirir, pero cuando se cuenta con un claustro de profesores de primer nivel, todo es mucho más sencillo. Desde mi modesto punto de vista, creo que hoy es un día de orgullo y satisfacción para ellos, porque verán como cada uno de sus antiguos estudiantes aportará grandes cosas a la sociedad gracias a sus enseñanzas, no sólo en el ámbito académico, sino también en lo social y humano.
Considero además que es un momento de júbilo y admiración para la familia; pilar indispensable en la educación de un joven, cuna de las lecciones más importantes tal vez de la vida, como son la educación cívica, los modales y el comportamiento. La familia que en muchas ocasiones sufrió más que nosotros mismos, los temidos: “No sé si aprobé”. Que tuvo que esforzarse el doble o el triple para evitar que los problemas invadieran nuestras mentes y nos afectaran en nuestro rendimiento académico.
En este sentido siempre he dicho que soy una persona con mucha suerte, no sólo por contar con una familia maravillosa, sino también porque mis amigos forman parte de esta. Amigos con ideas tan geniales como la de hacerte una llamada perdida en medio de la discusión de un seminario o en medio de la presentación de una gala. Amigos con acciones tan geniales como la de compartir la última galleta del paquete, prestarte una corbata o simplemente amanecer a tu lado haciendo un mapa del que nadie tenía clara su utilidad. Pero ahí estaban, protestando, pero estaban.
A nuestros profesores, familiares y amigos va dedicado este momento, acompañado del más genuino agradecimiento. Agradecimiento que viene de la mano con algo mucho más importante: el compromiso. El compromiso con estas personas y con la sociedad en general. El compromiso a poner en práctica todo lo aprendido en pos del bienestar social y del avance de nuestro pueblo. El compromiso con nuestros predecesores, esos que construyeron con sacrificio lo que podemos disfrutar hoy; y a los que debemos honrar, porque los hombres y mujeres de verdad tienen que saldar una deuda con el pasado y la mejor manera de hacerlo es construyendo un mejor futuro.
Esta generación debe estar a la altura de estos tiempos, en que el desarrollo se impone, y debe ser capaz de proponerse metas grandes; y debe ser capaz de cumplirlas, teniendo presente que cada reto que se logre vencer, será un aporte al bienestar social y personal. Además, debe tener siempre presente que nadie va a resolver nuestros problemas de forma desinteresada, la única manera de resolverlos es trabajando, trabajando y trabajando.
Así con estas palabras de gratitud me despido, felicitando a todos por el granito de arena aportado para que este sueño mío y de mis compañeros recién graduados sea hoy una realidad; con la promesa hecha para con nuestra sociedad; y con la convicción de que como dijera Mella: “Todo tiempo futuro tiene que ser mejor”; futuro que empieza hoy con nosotros como protagonistas.
De nuevo, gracias a todos y felicidades.
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