La Generación de Cristal, frágil y transparente como la misma condición humana

Por: María Carla OˊConnor

Reza el argot popular que los jóvenes se parecen más a su tiempo que a sus padres. Así históricamente cada generación ha vivido signada por los rasgos y retos de su época, y lógicamente, bajo la responsabilidad de perpetuar y superar cualitativamente a su antecesora.

Según los sociólogos, en el mundo de hoy coexisten la Generación Grandiosa (1915-1925); la Generación Silenciosa (1926-1945); los Baby Boomers (1946-1960); la Generación X (1961-1981); la Y (1982-2001); y la Z (2001 a la fecha).

Un elemento a tener en cuenta a la hora de caracterizar a una generación es la tecnología. En la era de Internet y las TICs, existen muchas terminologías para referirse a la relación de los individuos con las estas: los nativos / migrantes digitales, los millenials, los centennials, entre otros. Ahora bien, cada vez es más común encontrar en la web referencias sobre la Generación de Cristal. ¿Quiénes son y de dónde vienen?

El término lo acuñó la filósofa española Monserrat Nebrera para describir específicamente a los hijos de la Generación X, cuya edad circunda entre los 18 y los 25 años. Los relaciona con el cristal debido a la dualidad transparencia/fragilidad emocional que caracteriza su personalidad y comportamiento.

“Un artículo del diario La Nación explica que “el análisis que se hace en torno a estos jóvenes dice que son así de inestables o inseguros porque sus padres, que (…) se empeñaron en salir adelante para darles todo y que nos les falte nada como a ellos en su momento”. De ahí que Generación de Cristal es también empleado como “un estigma peyorativo” para calificar a los jóvenes indirectamente solventes, expone Francisco Javier Acuña Llamas, presidente del Instituto Nacional de Transparencia de México, en artículo publicado por el periódico Excelsior”.

Otra característica es que dominan al dedillo las nuevas tecnologías y las redes sociales. Acuña Llamas, aclara que se les puede confundir con los millenials y centennials debido a que confluyen en el mismo rango de edad, pero que “la juventud de cristal es un estamento más selecto, aunque la selectividad sea una limitación producida por la insuficiencia emocional que los agobia permanentemente”, una condición de vulnerabilidad congénita de la era digital.

Precisamente por esto, y la facilidad con que lo pueden hacer gracias a las plataformas digitales y la tecnología, sienten la necesidad constante de expresar pensamientos, sentimientos, inquietudes o lamentos. Por lo que también se caracterizan por ser defensores de causas globales como el cambio climático y de ir en contra de las figuras de autoridad, díganse los padres, las instituciones y el Estado. La activista ambiental sueca, Gretha Thunberg, es considerada un claro referente.

“La psiquiatra española Marta Carmona con relación a lo anterior, expresa que, si bien el discurso contrahegemónico siempre ha existido, el auge de las redes sociales ha ayudado a que cada vez más jóvenes hablen abiertamente de los malestares que les provocan el mundo en el que viven: “es una generación que se va a tener que hacer cargo de las cenizas de una sociedad y de un planeta que lleva décadas quemándose y que exterioriza mucho más ese malestar porque le han visto el cartón al sistema”.

Francisco Javier Acuña Llamas esgrime que, en cualquier caso, debemos ver en los integrantes de la Generación de cristal como resultado de las contradicciones de la forja social de la que han surgido sus integrantes: “Hablo de la sociedad y el esquema de estímulos y riesgos que operan en ella y que los ha lastimado hasta volverlos débiles emocionales a pesar de tantas comodidades y satisfacciones materiales”.

En ese mismo mundo, hace poco más de un año irrumpió una pandemia que literalmente obligó a las personas a aislarse, precisamente, para poder salvarse; demostrando así, la fragilidad y transparencia de la condición humana.

El temor a contraer el virus, los drásticos cambios en la vida cotidiana, el distanciamiento físico, el trabajo desde el hogar, el desempleo temporal, la educación escolar desde la casa y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos, han provocado a nivel global una gran escalada de estrés, depresión y ansiedad.

La COVID-19 ha brindado lecciones en torno al cuidado individual y social desde hábitos tan simples como el constante cuidado de la higiene personal, la desinfección de superficies, el valor de las relaciones interpersonales, y el cuidado de la salud mental; hasta asuntos más urgentes a escala global como la necesidad de perfeccionar los sistemas de salud y ampliar los servicios de atención sanitaria básica, reducir las brechas de desigualdad social y resolver los problemas desde la cooperación internacional.

La Generación de Cristal es quizá ese germen de cambio, esa nueva conciencia que no cree en convencionalismos ni injusticias. Que no se calla, que no se conforma. Que prefiere mil veces ser de cristal que de piedra.

(Tomado de Cubadebate)

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