El Premio Gabo es un prestigioso galardón otorgado al periodismo iberoamericano. Considerado una de las más altas distinciones al periodismo realizado en lengua española y portuguesa, es entregado cada año por la Fundación Gabo, entidad con sede en Colombia creada en 1995 por Gabriel García Márquez.
La Fundación surgió originalmente con el nombre de Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y desde sus inicios, a partir de la visión del célebre escritor y Premio Nobel colombiano, tuvo como misión elevar el nivel periodístico de la región a través de talleres, premios, coordinación de becas y organización de eventos.
El Premio tuvo su primera edición en 2014 y desde entonces ha reconocido a más de 40 periodistas de unos 15 países. Se otorga en cuatro categorías: Texto, Imagen, Cobertura e Innovación. El monto actual del galardón, entregado en pesos colombianos, equivale a unos 10 000 dólares para los ganadores y 2300 a los finalistas. La ceremonia en la que se dan a conocer y se entregan los premios se celebra en la ciudad de Medellín, como parte del Festival Gabo, aunque este año se realizará de forma virtual el próximo 21 de enero.
En los primeros días del presente año la Fundación publicó los nominados a la octava convocatoria del Premio Gabo, para trabajos publicados entre 2019 y 2020. De 1443 trabajos periodísticos recibidos, a partir de una selección realizada por 58 periodistas, 40 materiales pasaron a la nominación final ante en un jurado de 12 miembros, conformado por directores de medios de comunicación, periodistas de renombre internacional, expertos en comunicación, y miembros del Consejo Rector de la propia Fundación.
Indudablemente el alto nivel de esos profesionales, así como la calidad y cantidad de los trabajos presentados hacen del Premio un referente para la región, y sus laureados reciben un reconocimiento que les prestigia internacionalmente. Según sus organizadores la selección de los trabajos se hizo a partir de su “sólida investigación, calidad narrativa, y capacidad para incomodar al poder al retratar con profundidad, rigurosidad y ética las complejas realidades de América Latina”. (1)
Entre los trabajos nominados para la edición del presente año se encuentran problemáticas como el costo del acceso a la salud para los inmigrantes latinos en Estados Unidos; el narcotráfico , lavado de dinero y asesinato de periodistas en México; los incendios en la Amazonía; la precarización del empleo en Brasil; la violencia de género en El Salvador; el genocidio de comunidades originarias en Guatemala; los peligros de la migración ilegal desde Libia a España a través del Mediterráneo; la lucha contra la Covid en Perú; el hacinamiento y motines en las cárceles de Paraguay y Colombia; la minería ilegal en Venezuela; y los manejos políticos de la monarquía española.
Llama la atención encontrar en esta edición, en tan reducida lista luego de una selección de entre 1443 trabajos, no uno, sino dos materiales realizados por periodistas cubanos. Y por supuesto, cualquiera se alegraría de que en un certamen tan resonante Cuba esté representada, acaso como reconocimiento a la calidad del periodismo cubano. Pero al ver de quiénes se trata, uno se pregunta si es una casualidad que sean nada menos que dos trabajos producidos y publicados en medios digitales que recientemente han sido señalados como receptores de financiamiento de la National Endowment for Democracy (NED), Open Society Foundations, y otras vías asociadas, como parte de la injerencia de Estados Unidos en Cuba.
Más aun al comprobar que los dos cubanos que han sido agraciados con el premio en ediciones anteriores, son también periodistas de medios asociados a este tipo de financiamiento. En 2017 el premio fue entregado a Jorge Carrasco de El Estornudo, siendo recogido el trofeo por su editor Carlos Manuel Álvarez. La web anticubana del gobierno estadounidense Radio Televisión Martí de inmediato los entrevistó y celebró ese otorgamiento como “un mazazo en la cara de la prensa en Cuba” (2).
El Estornudo es un medio digital que se declara abiertamente financiado por la NED, -organización creada por el Congreso de Estados Unidos durante el Gobierno de Ronald Reagan, según el New York Times como tapadera de la Agencia Central de Inteligencia, para operaciones de financiamiento de proyectos creados o vinculados a la Agencia, que hasta entonces eran realizadas directamente por la propia CIA- y Open Society, entidad financiera internacional vinculada a las operaciones de influencia social y desestabilización en países con gobiernos considerados obstáculos geo estratégicos por Washington en Europa del Este y Latinoamérica. (3)
En 2019 fue privilegiada con el mismo premio la cubana Mónica Baró, por un trabajo realizado para la web Periodismo de Barrio, antes de pasar a trabajar luego para El Estornudo. La página digital Periodismo de Barrio surgió a partir del monto monetario recibido por su creadora, Elaine Díaz, como parte de una beca que le fuera otorgada por la Universidad de Harvard en 2014, dentro de los programas de “formación de líderes” que -a través de entidades fachada de la CIA aparentemente inocentes- se han implementado y financiado en varias universidades de Estados Unidos, Europa y América Latina. Posteriormente la página ha sido financiada a través de la Fundación Sueca de Derechos Humanos.
Luego de crear Periodismo de Barrio, Díaz fue invitada y presentada en la edición del Festival Gabo de 2016. Ella y su medio de comunicación fueron promocionados en una entrevista realizada por la web de la Fundación. Ese mismo año Mónica Baró, con un trabajo en PB, fue ubicada entre los finalistas al Premio. En 2017, Baró es entrevistada por la web del certamen “a propósito de la convocatoria del Premio 2018”, aunque no fuera parte de ella, ni ningún cubano, para que hablara de cómo es hacer periodismo “independiente” en Cuba, lo cual no venía al caso, pero era una manera de mantenerla visible.
Durante esa edición de 2018, Elaine Díaz es nuevamente invitada al Festival a una conferencia como directora de Periodismo de Barrio. Al año siguiente, 2019, finalmente se saca del horno el premio a un trabajo publicado en Periodismo de Barrio y escrito por Mónica Baró, quien poco antes había pasado a trabajar para El Estornudo.
Como nota curiosa del interés y familiaridad de la Fundación y el Premio hacia los medios llamados “independientes”, pero con financiamiento extranjero, en contraste con el poco aprecio a los medios nacionales cubanos y los periodistas que trabajan en ellos, en la ficha de concursante de la Baró se describe con énfasis su trayectoria por Periodismo de Barrio y El Estornudo, mientras una línea menciona poéticamente que trabajó en “una revista estatal llamada Bohemia”. Así presentaron los redactores -según su conocimiento del periodismo cubano-, a dos páginas webs creadas un par de años antes, en relación a la más importante y antigua revista impresa de Cuba fundada en 1908.
En este año 2021 la nominación incluye al cubano Abraham Jiménez, por un trabajo publicado igualmente en El Estornudo. El otro se trata de un texto publicado en el sitio digital YucaByte por los periodistas Cynthia de la Cantera y Alberto Toppin. Junto con otros medios digitales, YucaByte fue recientemente presentado en la televisión cubana como uno de los medios que reciben financiamiento de fuentes estadounidenses.
En todos los casos son medios digitales creados y sostenidos como parte de una operación a largo plazo implementada por la CIA en Cuba para fabricar una prensa que desde Internet generara contenido político deliberadamente tóxico hacia la Revolución cubana, bajo la fachada del ejercicio periodístico. La operación -revelada por el trabajo de los servicios de contrainteligencia cubanos y el agente de la CIA Raúl Capote, realmente agente de la Seguridad del Estado y autor del libro de memorias Enemigo- fue iniciada a partir de una reunión celebrada en La Habana en 2004 entre funcionarios de la entonces Oficina de Intereses de los Estados Unidos (SINA), hoy Embajada, y oficiales de la Agencia Central de Inteligencia.
La utilización de premios internacionales como mecanismo de validación y fabricación de prestigio para favorecer a las figuras surgidas como parte de la operación, sería ampliamente practicada con la primera de ellas, la bloguera Yoani Sánchez y su blog Generación Y, quien recibiera numerosos premios como justificación de fondos y mecanismo para posicionar su nombre, así como facilitar su acceso a las páginas de medios de prensa internacionales. Actualmente Yoani, aunque devaluada y desgastada por la información que se ha develado a través de los años sobre sus vínculos financieros, mantiene el diario digital 14 y medio, dedicado a la manipulación noticiosa, propagación de fake news y propaganda pro estadounidense, con sostén económico de las mismas fuentes.
Un patrón que claramente vemos en la utilización sistemática del Premio Gabo para la proyección internacional de la llamada “prensa independiente” cubana, con su falsa independencia, realmente sostenida por ese trasfondo financiero. El mismo Carlos Manuel Álvarez, director de El Estornudo reveló en una entrevista, luego de recoger el lauro en 2017, las posibilidades de funcionamiento del premio como herramienta de validación y acceso: “Tenemos la certeza de que pueden cambiar las cosas a partir de ahora, pero muchas dependen de cómo nos perciban.” (4)
Cualquiera se preguntaría como esto ha llegado a ocurrir, y de qué manera un prestigioso Premio periodístico, otorgado por una respetable entidad cultural, haya podido caer en eso. La Fundación ha recibido apoyo financiero y colaboración de muy diversas entidades, tanto del Gobierno de Colombia y su Ministerio de Cultura, la UNESCO y agencias de cooperación internacional, entre otras de indudable respetabilidad. Pero al mismo tiempo otros actores financieros y de “trabajo colaborativo” han estado interesados en la Fundación Gabo, al parecer desde inicios de los 2000, cuando todavía llevaba el nombre de Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
El vínculo de la NED y la Fundación Gabo -enredada con los años en una telaraña de organizaciones de fachada periodística y financiera asociadas a la primera que evidentemente utilizan y se benefician del prestigio de la segunda, y por extensión, del nombre de su fundador – solo pudiera tener explicación a partir de un distanciamiento de los valores promovidos por la figura de García Márquez, quien fuera corresponsal de Prensa Latina, compañero de trayectoria de la Revolución Cubana y entrañable amigo de su líder histórico Fidel Castro.
El investigador británico Michael James Barker, autor de ensayos como The Soros Media Empire. The Power of Philantropy to Enginner Concent (2008) y Under the Mask of Philantropy (2017), declarado admirador de la obra de García Márquez publicó en 2008 el artículo The Democracy Manipulators donde comentaba su decepción al comprobar el camino que se le había dado al proyecto concebido originalmente por el célebre novelista colombiano:
“La FNPI recibió su primer financiamiento de la NED en 2000, cuando obtuvo 75 000 dólares para entrenar periodistas en aspectos técnicos de corresponsalía de guerra, y establecer una red para proteger a los periodistas y la libertad de expresión en Colombia. Al año siguiente obtuvieron otros 72 000 dólares de la NED para continuar este trabajo, y otros 70 000 más para realizar una serie de talleres. (…) La Fundación no oculta su financiamiento proveniente de la NED, y abiertamente la incluye en su página web como aliada para su Proyecto Antonio Nariño, (orientado a la protección del periodismo dedicado al conflicto colombiano), presentado en el 2001. La Fundación incluye en esa lista a Reporteros sin Fronteras, y presenta como “organizaciones asociadas” a la Asociación de Noticias de Derechos de la Infancia, Observatorio da Imprensa, Instituto Prensa y Sociedad, y el International Center for Journalists. He ilustrado en varios artículos como estas dos últimas organizaciones son herramientas de manipulación de la democracia que reciben fondos de la NED” (5).
Hoy varios links en la página web fundaciongabo.org que mostraban algún vínculo con la NED conducen a contenidos retirados de la misma y ofrecen como resultado “Página no encontrada”. Pero el directorio de Aliados Históricos de la Fundación que ofrece la misma web, contiene un extenso listado de colaboradores, que -además de entidades respetables y de reconocimiento internacional- incluye no solo a la embajada de Estados Unidos en Bogotá sino a varias organizaciones y medios digitales cuyos vínculos con la NED y Open Society han sido expuestos y conocidos públicamente. Tal es el caso del foro Distintas Latitudes, el diario digital salvadoreño El Faro, el Centro Knight para el Periodismo en las Américas de la Universidad de Texas at Austin, Committe to Protect Journalists (CPJ), Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), Fundación Konrad Adenauer, Global Forum for Media Development, International Center for Journalists, el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), entre otras…. y no faltaba más, avanzada la lista aparecen las mismas National Endowment for Democracy (NED) y Open Society Foundations.
En el caso del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), es un nombre conocido en nuestro país. La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) denunció en una declaración, respaldada en Twitter por el Presidente Miguel Díaz-Canel, el 12 de octubre de 2019, que esta organización hizo llamadas telefónicas y envió mensajes de texto a varios de sus periodistas miembros para notificarles que habían sido seleccionados para un concurso de crónicas, organizado por dicho Instituto, en el que no habían participado.
La lista de trabajos y periodistas cubanos promovida por la maniobra de IPYS mezclaba deliberadamente nombres de periodistas del sistema de medios públicos con medios de financiamiento estadounidense: “La Unión de Periodistas de Cuba tiene bases políticas y éticas muy claras, caben en su seno múltiples opiniones, pero no comulgamos ni con la NED, ni con la OEA, ni con la Open Society de Soros, funcionales a las estrategias del gobierno de Estados Unidos para asfixiar a nuestro país”. (6)
Según la convocatoria de la Fundación Gabo: “Ninguno de los aliados, asociados y patrocinadores interviene en la reglamentación, convocatoria y manejo del Premio”, y ojalá así fuera.
En cuanto a los trabajos cubanos nominados este año, sus historias y temáticas pudieran perfectamente haber sido abordadas, y debería ser así, por periodistas en alguno de los medios del sistema de prensa pública en Cuba: Uno, la historia de una mujer negra transexual que supera un duro pasado de violencia familiar, discriminación, y marginalidad para lograr realizarse como artista, como persona capaz y útil a la sociedad a pesar de los tremendos obstáculos que tuvo que vencer y convertirse ella misma en activista por los derechos de la comunidad LGBTI, y organizadora de actividades a favor de los niños de una localidad desfavorecida de la capital cubana.
El otro, una exposición sobre el nocivo impacto en la salud que produce en los pobladores de Moa la contaminación ambiental por la extracción industrial del níquel. Realidades profundas de la sociedad cubana que es imprescindible abordar. Ambas demuestran que el llamado “periodismo alternativo” que busca implementar en Cuba el financiamiento estadounidense consiste en tratar de ocupar los vacíos que le permiten temas escasamente tratados por la prensa institucional.
Pero en este caso, la diversidad de complejidades de un país como Cuba, con 11 millones de habitantes, queda bastante reducida ante la visión del certamen periodístico colombiano: El trabajo premiado en 2017 trataba sobre una persona trans negra. El premiado en 2019 sobre un asentamiento poblacional afectado por la contaminación por plomo dejada por industrias que funcionaron en el lugar. Los nominados de este año, nuevamente una historia trans negra, y otra de contaminación ambiental. Definitivamente la selección de trabajos cubanos para ser nominados y premiados, amén de la validez de las historias, ha caído en una monotonía temática. Aunque todavía menos monótona que la recurrente aparición del dinero de la NED y Open Society.
De resultar premiado alguno de los nominados cubanos, este texto pudiera haberse titulado “Crónica de un premio anunciado”. Por lo pronto queda mejor “La NED sí tiene quien le escriba”, y parecería ser, quien lo premie. Por encima de eso nos queda el periodismo que nos legó Gabriel García Márquez, y no perder la esperanza en que una Fundación y un Premio que llevan su nombre logren liberarse de la red en la que se han entrampado y puedan honrar el valor universal de ese legado.
1) Premios Gabo: estos son los 40 nominados de la edición 2020. Infobae. Enero 7, 2021.
2) Premio Gabo es un mazazo en la cara a la prensa en Cuba, dice ganador. Radiotelevisión Martí. Octubre 1, 2017.
3) A quien pueda interesar: Nuestra ruta del dinero. El Estornudo. Mayo 13, 2020.
4) El Estornudo y su Cuba de la calle. La Prensa. Octubre 5, 2017.
5) The Democracy Manipulators. ZNET. Abril 26,2008.
6) Declaración de la Unión de Periodistas de Cuba: Ni la NED, ni Soros, ni la OEA. Granma. Octubre 12, 2019.
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