El Cuervo: crónica para una permanencia

Hacia el mediodía comenzaron a llegar los primeros invitados a un espacio que, si bien se había celebrado otras veces en el marco del Foro Social Universitario, no contaba con un nombre que le diera personalidad. En ocasiones se le llamaba “Café Literario”, en otras –de manera jocosa- “El té literario”. En el afán de caracterizar, propuse que su nombre tuviera “alguna relación con la literatura”.

Fue así, que en una plática, un amigo me sugirió El Cuervo, aludiendo a un texto de Edgar Allan Poe. Me pareció bien como título y, tomándolo de inmediato, “armé mi Café Literario”, ahora denominado El Cuervo. A partir de ahí, dirigí mi intención en este sentido: alternarían poesía y prosa, con un toque de humor y de narraciones orales.

Éramos pocos, al inicio. Apenas los que debíamos participar en los momentos principales de la actividad. Pero fueron llegando curiosos, sobre las 11:00 a.m. y, después del mediodía, se redondeó un público óptimo para iniciar.

Leí dos fragmentos de El Cuervo. Todos reímos con las actuaciones de Magdalena Cabrera y el profesor José Morales, y se escucharon los poemas de María Chávez, Jorge Albear y Rodolfo Tamayo.

Agradezco a Georgina Soler, por sus narraciones orales; a los poetas que leyeron sus obras a “micrófono abierto”; a la especialista Maritza Milanés, quien ofreció detalles sobre el Proyecto Andante, que intenta fomentar el teatro en la Universidad de Oriente; y a los miembros de nuestra Peña de Oralidad: todos hicieron que, esta vez, El Cuervo pudiera graznar.

Sea este el saludo a que lo que siga haciendo, y una reflexión, para que hagamos habitual este tipo de encuentros que persiguen juntar palabras y seres humanos, para creer en esa magia que tiene la Literatura.

Durante el encuentro se pudo disfrutar de la poesía de los más jóvenes autores de la Universidad de Oriente

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