Eran casi las 10 de la mañana cuando Eusebio Leal arribó al Rectorado. Lo esperaban el Conservador y la Historiadora de la Ciudad, Omar López y Olga Portuondo. El Teatro Universitario, casi lleno, también esperaba su llegada. Luego de un breve intercambio en el Salón de Reuniones, todo estaba listo para dar inicio al programa de la jornada.
Sin embargo, Eusebio tenía otros planes. Se había anunciado la conferencia “Nación y Revolución”, pero no sería “la conferencia imaginada por él, sino la que los estudiantes pidiesen”. Luego de un breve preámbulo, invitó al auditorio a sentirse en “libertad” de formularle cinco preguntas.
Los temas solicitados versaron sobre el papel de la Universidad en la formación de patriotas, las razones para denominar a la Revolución una obra de amor, su parecer sobre la juventud – a lo que respondió inmediatamente que le “encantaría volver a serlo, pero es imposible” – las mujeres en la diplomacia y la continuidad del proceso revolucionario cubano.
“La Universidad es la institución permanente de la cultura, se viene a ella para buscar una etapa superior y mejor del conocimiento… y seguir adelante” . Así comenzó lo que sería aquella conferencia “no imaginada”. Durante la hora que duró la intervención de Eusebio, Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad de la Habana, sirvió para recordar a destacados profesores de la Universidad de Oriente, como Herminio Almendros, Francisco Prat Puig, José Antonio Portuondo, entre otros.
“¿Qué es importante, el contenido o el continente?”, reflexionó el historiador, refiriéndose a la restauración del Teatro Martí en Ciudad de la Habana. De esta manera, el intercambio matutino – que para entonces casi llegaba al mediodía – también servía para analizar la importancia y valor de la memoria histórica “que el subdesarrollo trata, a cada momento, de podar, para obligarnos a comenzar de nuevo, y sin memoria no somos nada”.
Una cita con Eusebio Leal no constituye una excursión a historias empolvadas, sino la oportunidad de disfrutar de forma viva los acontecimientos. Esos que sucedieron siglos atrás; los que marcaron el Período Especial – “íbamos a pelear a la sombra de las flechas” –; los sucesos jóvenes del 9no Congreso de la UJC, o la celebración de los cuatro siglos de la Virgen de la Caridad.
Al bajar del podio, no había concluido el encuentro. Eusebio comentó algunas ideas con los participantes y, sin despedirse aún, nos dejó un importante reto: “Ustedes tienen que encontrar su propia Piedra Rosetta: generacional, humana y personal”.
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Especialmente excelente, así fue en efecto la sensación que dejó, de reto y de futuro para ser consecuente con la academia, deja el camino abierto, es tuyo, es mío, es de todo.