La Mujer cubana, eligi贸…

Ellas eligieron. Cuando supuestamente no estaban hechas para eso; a煤n cuando su destino parec铆a estar entre las paredes del hogar; a煤n cuando las antiguas tradiciones indicaban que no hab铆an nacido para pensar, ellas eligieron. Y que hermosa su elecci贸n, cuanta historia bella ser铆a escrita desde entonces.

Aquellas mujeres que formaron parte del inicio mismo de las luchas por la independencia de Cuba, fueron m谩s que vientres f茅rtiles donde se gest贸 la m谩s pura esencia criolla. Su batallar fue tan imprescindible como el del m谩s fiero de los l铆deres mambises.

Ni el m谩s h谩bil y avezado de los escritores e investigadores pudo haber narrado, o haber dejado plasmada la historia de rebeld铆a de aquellos a帽os, sin mencionar el nombre de la Madre de la Patria, Mariana Grajales; sin el nombre de Ana Betancourt, quien alz贸 su voz en Gu谩imaro o sin mencionar a las fieles Amalia Simoni, Bernarda Toro o Mar铆a Cabrales.

C贸mo definir el concepto de patriota sin Isabel Rubio; incluso, sin lo m谩s excelso de nuestra tradici贸n literaria, sin la letra valiente de Gertrudis G贸mez de Avellaneda.

Junto a otras, quiz谩s desconocidas pero tambi茅n dignas integrantes de lo que ser铆a pilar indispensable de nuestra tradici贸n patri贸tica, abrieron el camino luminoso de la mujer cubana en la obra revolucionaria, en la transformaci贸n social y en la lucha incansable por la reivindicaci贸n de los derechos, que les hab铆an sido negados por su condici贸n gen茅rica: ser mujeres.

Esa nueva generaci贸n de cubanas no abandon贸 nunca el camino del sacrificio, sino que hered贸 la voluntad enfrentarlo, desde los complejos senderos de la clandestinidad y desde las empinadas monta帽as de la Sierra Maestra.

En cada uno de esos frentes brill贸 el empe帽o y la constancia de mujeres como Melba y Hayd茅e, sin cuya labor hubiera sido imposible la difusi贸n del alegato que traz贸 los destinos de la lucha.

Sin dejar de mencionar como se iluminaba el diario batallar del verde olivo, con la sonrisa inigualable de Vilma y el rostro sereno de Celia.

Hay tanta mujer excepcional en esta Isla del Caribe. Una Alicia Alonso que se alzaba con la gracia de los cisnes; una Sara Gonz谩lez que con la fuerza de su voz nos ense帽贸 que a los h茅roes se les recuerda sin llanto; y una Ana Fidelia que, con su entereza, propici贸 muchas l谩grimas de alegr铆a.

Y ella, la Madre dedicada, la doctora, la enfermera, la periodista, la abogada, la ingeniera, la obrera, la campesina, la maestra, la ama de casa; s铆, ella, tambi茅n merece reverencia; no porque la pida, sino porque no repara ni en tiempo ni esfuerzos. Porque rompi贸 los moldes y se empoder贸 y se hizo 煤nica; porque vive satisfecha de habitar el cuerpo que la naturaleza le reserv贸.

Para todas, sin importar la 茅poca que nacieron, escribi贸, tambi茅n sin saberlo, Perucho Figueredo aquel verso: “la patria os contempla orgullosa”. Ese que han entonado tantas veces; ese que ha servido de aliento en momentos dif铆ciles; ese que las uni贸, un 23 de agosto hace 61 a帽os, en la Federaci贸n de Mujeres Cubanas, organizaci贸n que ha constituido el brazo derecho de cada paso de la Revoluci贸n Cubana.

La mujer cubana est谩 formada para empe帽os infinitos, y, con actos, honra esa m谩xima.

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