Estamos viviendo un momento muy desafiante, sin precedentes a nivel mundial; la causa? el tristemente célebre coronavirus. Todos estamos sintiendo, por primera vez, el impacto de una pandemia que nos ha obligado a modificar, radicalmente, varios de nuestros hábitos.
Las restricciones de circulación por las calles, a la que hemos estado precisados como principal medida de precaución, ha provocado desde la cancelación masiva de eventos, hasta la súbita modificación de nuestras rutinas de trabajo, consumo y socialización.
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 está contando, para bien, con otros protagonistas: las nuevas tecnologías (TIC’s). Las incalculables ventajas que éstas proporcionan a la sociedad no son desconocidas. Sin embargo, en situaciones excepcionales como las que estamos viviendo, su capacidad de influencia en múltiples facetas de nuestra vida en las que están presentes, se está viendo reforzada.
Definitivamente la tecnología ha desempeñado un papel importantísimo, hasta ahora, en la tarea de intentar superar varios de estos retos. En particular los teléfonos nos han ayudado, en diversos grados, a mantenernos informados, hacer compras online, dar continuidad a nuestras tareas laborales, permitir a los más chicos asistir a “clases virtuales”, mantener contacto con nuestros seres queridos, y también -muy importante- entretenernos con series, películas y, por supuesto, los memes y videos caseros que intercambiamos con nuestros amigos.
En este contexto muchas iniciativas han surgido. Las plataformas de comercio electrónico han ofrecido descargas gratuitas de libros; las operadoras de televisión por cable han abierto la señal de varios canales a sus suscriptores; las aplicaciones sugieren actividades de desarrollo y recreación para niños; las universidades nacionales e internacionales ofrecen cursos en línea con certificados; las plataformas de juegos electrónicos ofrecen juegos para combatir el aburrimiento durante la cuarentena; las consultoras brindan tutoría gratuita, para que los emprendedores puedan lidiar con escenarios de inestabilidad como el actual; los medios de comunicación permiten el acceso a contenido gratuito, por un tiempo limitado.
Estamos acostumbrados a mantenernos al día sobre lo que sucede en el mundo, desde soportes digitales. Pero el hecho de que, en momentos como estos, con tal cantidad de noticias, datos, entrevistas, comparecencias y hasta los picos de tráfico que ello conlleva, podamos seguir haciéndolo con total normalidad, es fundamentalmente, gracias a las nuevas tecnologías y a su sólida estructura de redes.
La labor de difusión de los medios de comunicación no se ha visto comprometida por una pandemia, que nos está obligando a quedarnos en casa, más conectados que nunca. De manera que podemos seguir informados de “la última” simplemente conectándonos a Internet, a la radio o a la televisión.
Tema aparte merece el hecho de que, en ocasiones, esto puede conducir a una sensación de sobreinformación; o que, precisamente, esa inmediatez en la información que facilitan las tecnologías, puede dar lugar a problemas graves como la divulgación de bulos ( engaños masivos por medios electrónicos) a escala.
El sector educativo también se está valiendo de la tecnología, mediante el uso de plataformas y otros medios; para que, alumnos y profesores, puedan continuar con el curso académico, sirviéndose de las TIC’s, con el uso preferente del whatssap.
Las tecnologías de comunicación están siendo claves para facilitar el contacto entre las personas, tanto a nivel personal como profesional.
No podemos olvidarnos del papel que están desempeñando las tecnologías en el propio ámbito sanitario y de seguridad de esta crisis. Son muy numerosos los casos de tecnologías aplicadas a la lucha contra el virus y a la contención de su propagación, por ejemplo: la impresión 3D ayuda a fabricar válvulas, respiradores y ventiladores para cubrir las carencias de suministros en los hospitales; o a producir nuevos modelos de máscaras protectoras para los profesionales sanitarios.
La ciberseguridad también está siendo vital a la hora de responder ante ataques, como los sufridos por los sistemas públicos de salud; el robo de datos o la divulgación de bulos (engaños masivos por medios electrónicos) a escala; u otras vulnerabilidades informáticas derivadas de una dependencia tecnológica, mayor si cabe en situaciones de debilidad colectiva como esta.
La inteligencia artificial y el análisis de datos, (big data), ayuda a analizar y comprender el comportamiento del virus; así como la evolución de la pandemia; para poder controlar los desplazamientos y rastrear brotes, a partir de aplicaciones; y el GPS, a través de modelos de tratamiento de datos y predicciones.
Los drones ayudan a atender las restricciones de distanciamiento físico; por ejemplo, para el traslado de material, lanzar mensajes a la población o recopilar imágenes en ciertos espacios urbanos. Los robots y vehículos autónomos, ayudan asimismo, a traslados o labores de desinfección.
Este es tan solo un pequeño recorrido por unos pocos casos, seguramente los más evidentes, en los que la tecnología está resultando crucial, a la hora de afrontar algunos de los diversos efectos de esta crisis.
Aunque se trate de un breve repaso, puede resultar suficiente para apreciar la transversalidad que caracteriza a las nuevas tecnologías, con presencia en todos y cada uno de los sectores. ¿Pero qué está sucediendo, concretamente, en el caso de las empresas?
Sin entrar en ningún análisis detallado, a simple vista, se pueden observar al menos tres elementos relacionados con la tecnología que están ayudando a las empresas, en esta primera etapa desde el inicio de la crisis:
-el teletrabajo, que nos está permitiendo a muchas personas trabajar desde casa, como medida de prevención;
-el comercio online
-la capacidad de reinvención.
Esta crisis está, claramente, poniendo de manifiesto el hecho de que, si ya de por sí la tecnología está presente en muchísimos ámbitos de nuestra vida, en períodos extraordinarios y de dificultades, como el que estamos viviendo, su relevancia puede adquirir todavía mayores dimensiones.
Sin embargo, también nos está ayudando a valorar, quizás con más fuerza que nunca, justamente aquello que no es capaz de aportarnos. Seguramente a nadie le cabe la menor duda de que, cuando esto pase, nos desconectaremos (aunque sea por poco tiempo) de tantos mensajes y llamadas que serán sustituidos por los tan anhelados besos y abrazos.
El 2020 será recordado como el año que cambió la trayectoria del comercio electrónico, la telemedicina y el trabajo a distancia.
Estamos ante un auge en los programas piloto y una adopción acelerada de vehículos de entrega autónomos; un crecimiento acelerado de pagos digitales, de la tecnología de pago sin contacto; un incremento en las conferencias de voz y video, así como también de las aplicaciones comerciales móviles habilitadas por voz; un mayor número de plataformas customer relationship management (CRM), con tecnología de inteligencia artificial, sensores y tecnología de monitoreo de salud portátil, que haga uso del Internet de las Cosas (IoT) o de entregas vía drones inteligentes (de medicamentos, alimentos y productos) y un aumento en la fabricación con impresión 3D.
En este tipo de crisis en particular, estamos aprendiendo que, el trabajo remoto, es una solución efectiva para evitar la proximidad y la interacción física en tiempos de riesgo.
Pero no todo es color de rosa, todo en exceso es dañino y el uso excesivo de las tecnologías puede traernos efectos negativos, sobre todo a adolescentes y jóvenes, ya que este uso excesivo reduce las habilidades de comunicación e interacción social; la productividad; y, por lo tanto, las personas pasan menos tiempo con sus congéneres, experimentando más estrés, con peligro de sentirse más solitarios y deprimidos.
Además de reducir el interés por otras actividades, puede contribuir al sedentarismo, factor predisponente para el sobrepeso y la obesidad. También propicia el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer, problemas cardiovasculares, entre otros.
De esta manera, parece probable que al estar conectados digitalmente, podríamos lograr una coordinación más efectiva del trabajo y de la entrega de información confiable, en tiempo real… pero siempre con mesura y sin excesos.
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