Universidad de Oriente Páginas de su historia I

UNIVERSIDAD DE ORIENTE Páginas de su historia

(Coordinadores)
Israel Escalona Chádez
Manuel Fernández Carcassés

Universidad para el pueblo, sueño de muchos

Entrevista realizada por José Luis de la Tejera al Dr. Armando Hart

Con motivo de la conmemoración del 65 aniversario de la Universidad de Oriente y en el contexto de los 50 años de la Reforma Universitaria hemos tratado de recoger las opiniones y experiencias de personas vinculadas directamente con este hecho trascendental para la educación, en una Cuba que recientemente se había declarado Territorio Libre de Analfabetismo, en respuesta a uno de los males declarados por Fidel en La historia me absolverá.

La educación superior que estaba consolidada en Cuba respondía a su época, obsoleta en muchos aspectos, era necesario, pues, cambios a esta dimensión. Qué mejor que entrevistar al Dr Armando Hart Dávalos, que en sentimiento solidario, como santiaguero por adopción, nos permitió acceder a recuerdos y reflexiones de momentos inolvidables de la épica revolucionaria de entonces.

Dr. Armando Hart, recuerdo que durante algunas de sus visitas de trabajo como Presidente de la Sociedad Cultural José Martí a la provincia de Santiago de Cuba, al pasar cerca de la Universidad de Oriente, usted rememoraba con mucha satisfacción las labores realizadas para el proceso de la Reforma Universitaria, nos contaba de los avatares y logros que se iban obteniendo en toda esa labor que culminó con la exitosa y fundacional reforma.

Ahora se está preparando un libro que, en una de sus partes, se refiere al momento anteriormente comentado que significó una etapa trascendente para los altos centros de estudios en Cuba en el camino de la gestión de una Universidad verdaderamente revolucionaria, tanto en su proyección académica y científica como ideológica para nuestra sociedad. Creo que es prioritaria la presencia de su voz en él, puesto que fue uno de los mayores impulsores de esta gesta universitaria que sé usted ama tanto, imagino al igual que su fructífera actividad como Ministro de Educación y luego de Cultura, en los que materializó, en esferas tan vitales, el pensamiento de José Martí y Fidel Castro.

¿Cuáles fueron las circunstancias socioeconómicas, académicas y culturales de la Cuba revolucionaria del 1 de enero de 1959 y que al erradicarlas permitieron atemperar el cambio necesario a las universidades cubanas de acuerdo con lo que se estaba realizando a nivel macro en nuestra sociedad con las nuevas estrategias aplicadas por el gobierno revolucionario?

Como es conocido, el derecho a la educación fue señalado como una de las prioridades del Programa del Moncada, esto es, del Programa de la Revolución expuesto por Fidel Castro en el histórico juicio por los heroicos sucesos del 26 de julio de 1953. Junto a la Reforma Agraria, la Reforma Urbana, la recuperación de los bienes malversados, la socialización de la salud pública, la Campaña de Alfabetización y la Reforma General de la Enseñanza, la Reforma Universitaria se convirtió en uno de los pilares de esa etapa inicial de transformaciones revolucionarias.

Era comprensible, por tanto, desde mucho antes del triunfo popular del 1 de enero de 1959 la urgencia y necesidad de acometer una profunda reforma de la enseñanza universitaria, que no era ajena a otras crisis estructurales (socioeconómicas, académicas y culturales) de aquella sociedad. En el caso universitario esas estructuras envejecidas habían permanecido intactas a lo largo de décadas, mostrándose la educación superior como un sistema incoherente e inconexo, muy lejos de las necesidades para enfrentar un eventual proceso de desarrollo económico y social, aun en medio de las condiciones de la República neocolonial.

Diríamos que la enseñanza superior permanecía sujeta a las peores tradiciones de la nación semifeudalizada, estancada y dependiente, sujeta en todos los terrenos a los intereses más reaccionarios dentro del país y al dominio extranjero, en especial del imperialismo norteamericano.

Es justo señalar, sin embargo, que, a pesar de ello o precisamente por ello, fueron las universidades cubana escenarios imprescindibles de las luchas contra los vicios, las tiranías, la corrupción, la incultura, la ignorancia y demás males intrínsecos a aquella etapa. Estudiantes y profesores formaron parte destacada de la vanguardia revolucionaria y cultural de la época y muchos de ellos se enfrentaron con valor a la angustiosa y decadente situación que atravesaba el país y, por consiguiente, también sus universidades.

Ya Julio Antonio Mella había previsto que no era posible una revolución universitaria plena y verdadera si ella no marchaba unida a la revolución social, y añadió más: que las revoluciones universitarias se considerarán como uno de los puntos iniciales de la unidad del continente, de las transformaciones sociales que tendrían efecto.

¿Qué influencias emergieron para dar paso a un movimiento de reformas en la educación superior cubana?

En el caso de Cuba, la génesis del movimiento intelectual, cultural y científico que propició y condujo las ideas de lo que posteriormente fue la Reforma Universitaria hay que buscarla en antecedentes tan lejanos como los siglos XVII y XVIII y en sus figuras originales como José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero, prolongándose hasta José Martí y Enrique José Varona.

Ellos, nuestros grandes educadores y filósofos, promovieron la enseñanza fundamentada en la ciencia frente a la escolástica, intelectualista y formalista, que durante siglos prevaleció en las primeras instituciones de educación superior radicadas en nuestro país, fundamentalmente durante la etapa colonial, extendiéndose a la República neocolonial.

En cuanto a José Martí y la influencia de sus ideas educacionales y pedagógicas, pueden sintetizarse cuando afirmó: “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido, es hacer de cada hombre, resumen del mundo viviente hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo con lo que no podría salir a flote, es preparar al hombre para la vida”.

Los antecedentes de la Reforma Universitaria están también en la Revolución Universitaria de 1923 que encabezó Julio Antonio Mella como presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios y que tuvo por escenario inicial el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios, celebrado en el Aula Magna de la histórica colina universitaria habanera. Las dificultades que enfrentó aquel intento heroico —también inspirado en las reformas de la universidad argentina de Córdoba— confirmaron que, como señaló Mella, la reforma universitaria no podía lograrse como un hecho aislado, independiente de la transformación revolucionaria de la sociedad en su conjunto.

Para nuestro país, ese momento llegó con el triunfo popular del 1 de enero de 1959 y, por tanto, se hizo necesario emprender desde ese momento los pasos conducentes hacia la imprescindible Reforma de la enseñanza universitaria, y se constituyeron las comisiones integradas por destacadas personalidades y estudiantes universitarios, –todos de brillante y ejemplar trayectoria revolucionaria y académica–, que encararon la enorme tarea de plasmarla y preparar las condiciones para su lanzamiento.

El 10 de enero de 1962, treinta y tres años después del asesinato de Julio Antonio Mella y en justo homenaje a su memoria imperecedera, se puso en vigor la Reforma Universitaria.

¿En qué consistió la Reforma Universitaria aplicada en 1962?

En Cuba era imprescindible la Reforma Universitaria para poder hacer realidad la articulación definitiva de la universidad con el pueblo y con la nueva realidad socioeconómica nacional, sin olvidar los más recientes y actuales conocimientos universales en todas las ramas de las ciencias y del saber.

No olvidemos, en primer término, que ha sido siempre Fidel Castro un hombre de profunda vocación universitaria y que, según él mismo ha confesado, se hizo revolucionario en las aulas de la Universidad de La Habana, donde desarrolló sus fundamentales luchas juveniles y donde amplió y profundizó sus conocimientos e ideas. Ello le otorgó una decisiva ventaja para entender, interpretar e impulsar los conceptos y las acciones referidos por la Reforma Universitaria desde sus inicios, aportando continuamente sus valiosos criterios al contenido y alcance de la Reforma, resumidos en las respuestas que deben corresponderse a las tres preguntas clásicas: ¿Qué se va a estudiar? ¿Cómo se va a estudiar?

¿Quiénes van a estudiar?

En ese orden de ideas, sus orientaciones a la Comisión Ejecutiva de la Reforma –que tuve el inesperado honor de presidir–, se encaminaron a que esas interrogantes debían ser respondidas por la Revolución de la manera siguiente:

1º Serán, en primer lugar, las carreras universitarias que respondan a las necesidades del desarrollo económico y social del país.

2º Deberá hacerse en la más estrecha relación con toda la sociedad.

3º Estudiarán los hijos del pueblo que estén en condiciones de acceder a las universidades, en igualdad de oportunidades.

¿En cuáles elementos sustantivos se basaba la Reforma Universitaria y si estuvo la Universidad de Oriente ajena a las nuevas aspiraciones y transformaciones?

Más allá incluso de lo estrictamente universitario, Fidel nos insistía en que la educación e instrucción nacionales tenían que alcanzar altos niveles de calidad, basadas en la historia pedagógica, científica y espiritual de Cuba y de América Latina, y encabezada con las ideas más universales.

Estas últimas estaban presentes entonces y ahora en el pensamiento martiano y la mejor aspiración socialista, inspirándose en la vinculación del estudio con el trabajo, del conocimiento científico con la investigación, en la formación de sentimientos de solidaridad y en la orientación científica del pensamiento, a lo cual no fue ajena la Universidad de Oriente.

En las tres universidades entonces existentes en el país, las masas, –en especial profesores y estudiantes– hicieron suya la batalla de la Reforma Universitaria, y sólo así fue posible avanzar y vencer en ese empeño, con las soluciones justas y bien meditadas que en ese momento se necesitaban y fueron posibles.

Por otra parte, debe señalarse que en los esfuerzos por hacer realidad la Reforma estuvo invariablemente presente una clara y firme voluntad política, que reconoció las potencialidades de las universidades como factor transformador de la sociedad.

Todos lo conocemos a usted como defensor del pensamiento martiano, marxista-leninista y de Fidel y su articulación en nuestra patria, ¿considera que en los momentos actuales tal conjunción creativa de ideas es un hecho en nuestras universidades a partir del antecedente que fue la Reforma Universitaria?

Quede claro que solamente en medio de las nuevas condiciones socioeconómicas abiertas para el país por la Revolución hubiera sido posible llevar a vías de hecho una Reforma Universitaria del carácter planteado, que puso fin a conceptos y estructuras esquematizados en algunos casos desde hacía siglos. No habían podido tener éxito hasta esos momentos los esfuerzos de profesores y estudiantes que lucharon por corregir los defectos tradicionales de la Universidad, pues para ello era preciso conquistar la verdadera independencia y –a partir de ahí– comenzar a diseñar la Universidad nueva, como parte del gran cambio social, económico y político de la nación.

Las universidades, sin embargo, no pueden vivir al margen de sus tiempos por correr el riesgo de verse envueltas, como antes de la Reforma, en una inercia infecunda. Para ello, tiene que insertarse ágilmente en las actualizaciones del medio circundante, con flexibilidad y sin perder rigor, como agentes impulsores de nuevos desarrollos y capaces de asegurar las respuestas urgentes que el país demanda.

¿Podrá sobrevivir el espíritu e intencionalidad de la Reforma Universitaria en conjunción creativa con las nuevas condiciones creadas por la Revolución?

Tras 50 años de la Reforma, hemos podido vivir el proceso de interacción entre Universidad y sociedad en Cuba, de adecuación e influencia constante y recíproca, que no podrá detenerse ante los nuevos desafíos y retos. Por el contrario, deberán servir éstos para ser enfrentados exitosamente, apoyándose en la experiencia acumulada, en la extraordinaria capacidad científica lograda y en la voluntad política sostenida y dirigida a consolidar esa integración Universidad-sociedad que ha sido basamento de nuestra nacionalidad.

Doctor Hart, muchísimas gracias por su colaboración y su tiempo ahora, en recordar momentos importantes de nuestra Revolución y, en su momento, por participar activamente en la realización de un sueño para muchos: la Universidad para el pueblo.

Dibujo 222

Paginas 25-30

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