Un crimen imborrable

Todo comenzó la tarde del 23 de noviembre de 1871, cuando un grupo de estudiantes de medicina del primer año esperaban al profesor de anatomía, en el anfiteatro para el estudio de esta ciencia; ubicado este en el antiguo Asilo de San Dionisio, continuo al Cementerio de Espada, la Habana.

En la espera de su turno de clases los estudiantes se dispersaron por el camposanto. Unos dieron vueltas subidos en una carretilla como si fuera un carro; otro arrancó una flor; el resto jugaba entre sí lanzándose piedras, entre uno y otro comentario o burla. Comportamiento normal para jóvenes que no alcanzaban los 21 años de edad.

Los estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre del año 1871.

Esta historia aconteció como una historia común de estudiantes universitarios; nunca imaginaron que sus sanas acciones tendrían un final tan cruel.

Cuatro días después, es decir el 27 de noviembre, ocho de los estudiantes que se encontraban en aquel sitio fueron fusilados, por órdenes del colonialismo español. La injusticia del suceso condiciona que el pueblo cubano recuerde, con mucho dolor, la fecha.

Según las autoridades españolas, los alumnos,  habrían profanado la tumba del periodista anticubano Don Gonzalo Castañón; afirmaban que era un hecho intencionado y que, además, habían rayado el cristal del nicho perteneciente al mencionado personaje. Fue ese el supuesto “gran error” por el cual  le arrebataron la vida a ocho adolescentes, el 27 de noviembre de 1871.

Sin lugar a dudas, el suceso es uno de los más dolorosos de la historia de Cuba; es un crimen imborrable.

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