“Rubén, antorcha de lucha”

por: Rafael Borges Betancourt (Departamento de Historia y Patrimonio)

El 14 de febrero es una fecha feliz, porque, mundialmente se celebra el “día de los enamorados” o de “San Valentín”. Para la juventud cubana, también debe ser de recuerdo y conmemoración. Ese día, el féretro del estudiante de la Universidad de La Habana, Rubén Batista Rubio, envuelto en la enseña nacional, fue llevado en hombros de sus compañeros por la histórica escalinata de la colina universitaria, luego de casi un mes batallando por la vida.

Pronto, la infausta noticia de su fallecimiento en la mañana anterior se extendió como reguero de pólvora por todo el país. El estudiantado santiaguero que había permanecido en una vigilia permanente, desde el día 15 de enero en que cayera mortalmente herido, como consecuencia de la brutalidad desplegada por la fuerza policial contra las acciones de protesta estudiantil en respuesta al vandálico y provocativo acto de mancillar el busto de Mella, se movilizó organizado por las Asociaciones de Alumnos de Artes y Oficios, Instituto de Segunda Enseñanza, Escuela Profesional de Comercio, la Escuela del Hogar, donde se decretó un paro docente.

En la Universidad de Oriente el Consejo Universitario y la FEU acordaron mantenerse en sesión permanente y no reanudar las clases hasta que fueran puestos en libertad los estudiantes de dicha alta casa de estudios, que fueron detenidos en las manifestaciones de protesta iniciadas el día anterior.

Además, se efectuaron recorridos realizados por las calles de la ciudad de piquetes de estudiantes secundarios gritando ¡Abajo Batista! ¡Abajo la tiranía!, se colocaron lazos negros en las solapas de los ciudadanos, la Federación Local de Centros de Estudiantes de Segunda Enseñanza (FLCSE) y la Federación de Estudiantes de la Universidad de Oriente convocaron a la masa estudiantil a participar al entierro simbólico que se efectuaría, paralelamente, al de la capital.

La represión de las fuerzas armadas no se hizo esperar, causando numerosos detenidos y lesionados, incluyendo al profesor de Derecho de la universidad oriental, José Antonio Grillo Longoria y la veterana luchadora antimachadista y dirigente de la sección femenina ortodoxa, Gloria Cuadras de la Cruz.

Las protestas estudiantiles se prolongaron los días siguientes. Rubén Batista se convirtió sin proponérselo en una antorcha de lucha del estudiantado contra la tiranía de Fulgencio Batista. Un protagonista y cronista de esas jornadas, José Lupiáñez Reilein, reproduce en su libro: “El movimiento estudiantil santiaguero (1952-1953)”, la descripción de su gallarda muerte en la revista “Alma Mater”:

 “Fresca era su carne joven, la mortal herida que recibiera de manos de un mal cubano, lleno de odio y de resentimiento hacia la clase estudiantil, que con gritos de libertad, se lanzó a la calle la tarde del 15 de enero. Robusto aún, a pesar de la pérdida de sangre, de la gravedad de su estado, allí se mantuvo, sereno, firme, natural y seguro de sí mismo.

¡Qué hermosa fortaleza física habría de derrumbarse a través de los días! ¡Qué batalla tan soberbia con la muerte!…Así, majestuosamente se nos fue alejando la vida del compañero Rubén, así se fue APAGANDO POCO A POCO la antorcha viva, llena de vigor y de energía, así se han ido perdiendo aquellos felices días de estudio y consagración”

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