Lo que no trajo el cartero

Por: Loraine Castillo De los Reyes (estudiante de Periodismo)

El tiempo libre en la Universidad de Oriente permite el intercambio entre estudiantes de diferentes carreras y facultades, quienes aprovechan para actualizarse sobre acontecimientos docentes y extradocentes. Pero un nuevo fenómeno se ha vuelto motivo de conversación e intercambio en la comunidad universitaria. En cualquier espacio aparecen jóvenes describiendo programas que alejan su interés de la programación nacional.

Y es que se ha vuelto común presenciar pequeños grupos intercambiando opiniones sobre telenovelas, series y shows de las más diversas nacionalidades y temáticas. Estos programas, sumados a temas musicales y videos clip entre otros elementos, conforman el llamado “paquete de la semana”, dirigido al entretenimiento y al cual el público tiene acceso, y consume de manera informal.

Se puede comenzar por los Reality Shows, esos concursos televisivos donde hombres y mujeres se someten a la opinión del público, no siempre calificado para evaluar sus capacidades físicas. Por lo general, los concursantes ponen la vida en riesgo, sacrificando su cuerpo con fines banales y en búsqueda de beneficios monetarios.

Es innegable que son muy seguidos por la población, pues así sucede con los espacios que exponen las intimidades de sus protagonistas. No obstante, cuando se mira con lupa crítica su contenido, se hacen evidente la falta de sensibilidad humana, el sensacionalismo y los estereotipos con fines comerciales.

Otro producto muy seguido es la música, pues noveles cantantes, y otros ya conocidos, se generalizan entre la juventud por este medio. Ellos se destacan por el género que defienden y sus letras ofensivas, denigrantes y sexistas, pero, peligrosamente, cada vez más populares.

Intérpretes nacionales y foráneos, de habla hispana o inglesa, completan las listas de reproducción de los jóvenes. Son ellos quienes comparten en todos los espacios posibles textos rítmicos, en ocasiones sin conocer lo que significan.

De esta forma, actores y músicos nacionales e internacionales se han convertido en impositores de la moda en nuestra población, específicamente en la comunidad universitaria. Una moda que, por lo general, es antagónica a las normas de vestuario y comportamiento de la casa de altos estudios.

No significa esto que todo lo que viene de afuera sea malo o de mal gusto, pues no es así. Como existen estos productos audiovisuales, también hay otros que llegan por el mismo canal y transmiten mensajes diferentes.

No obstante, esta es vista como la única opción para satisfacer a la comunidad más juvenil, pues busca en el paquete lo que no encuentra en los medios de comunicación cubanos.

La programación nacional pierde público joven a diario, quienes prefieren el entretenimiento que les ofrece el consumo informal. Los consumidores dan muchas razones para justificar su preferencia, pero todas se resumen en una: la televisión cubana no cumple las expectativas, no satisface sus necesidades, por lo cual está lejos de ser la favorita.

Para suplir esta falta, se han desarrollado en nuestro país vías para la obtención de materiales en igual formato con un contenido menos banal y más educativo, sin dejar de cultivar el entretenimiento. Tal es el caso de la Mochila, disponible en todos los Joven Club.

La Universidad, un espacio para el crecimiento intelectual, personal y cultural, trabaja a diario en el fomento de valores morales que pueden cubrirse por la neblina de la importación.

La juventud es heredera de una identidad construida durante años de historia y lucha, no debemos permitir que se vea empañada por los paraísos pintados tras el cristal.

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