Eduardo Mesa Llul, tributo póstumo de recuerdo y exaltación

Imperecedera es la trascendencia de la inmolación de una vida como ofrenda por una causa justa. Y muchas fueron las vidas que ofrendáronse como tributación excelsa para la consecución de la libertad, conculcada durante años en nuestra patria, por largo tiempo oprimida.

Extenso es el martirologio en el sector estudiantil, y, aquí, en nuestro recinto de estudios, varios fueron los apreciados y valiosos compañeros que, heroicamente, fenecieron.

Entre ellos se lamenta la irreparable ausencia de Eduardo Mesa Llul, estudiante del segundo curso de la Escuela de Derecho, caído como héroe el cinco de noviembre de mil novecientos cincuenta y ocho en uno de los combates que efectuáronse en las cercanías de Alto Songo; circunstancia relativamente poco distante de la consumación de los anhelos de victoria de nuestra nación.

A Eduardo Mesa le conocimos tiempo ha, en la infancia, estando en el colegio, durante la juventud y hasta meses antes de su inmolación. Caracterizado por animoso espíritu juvenil, poseyó las aptitudes peculiares de este lapso de la vida; pero supo también asimilar las ansias ciudadanas de un momento histórico crucial, optando por laborar ardorosamente en alcanzar los ideales que basamentan la dignidad humana y que a todos nos son comunes; aunque pocos son los que se aprestan a conseguirlos afrontando extremado número de obstáculos, asechanzas. Él fue de éstos.

Habiéndose cumplido el primer aniversario de su holocausto, nosotros, sus compañeros, que fervientemente le recordamos, omitimos las asiduas dedicaciones al estudio y concurrimos en horas de la tarde del día señalado a la necrópolis de nuestra heroica ciudad a rendirle un homenaje póstumo que de manera indeleble perpetuárase en nuestras mentes. Fue la tributación personal de quienes le conocieron, estimáronle y hoy le admiran fehacientemente si no en persona, puesto que es imposible, en la inmensa proyección de su gesto culminante. Oraciones verbales fueron pronunciadas junto a su tumba. Primeramente por un excompañero de su aula, quien recordó ante los presentes las etapas de la vida discente de nuestro extinto compañero y señaló, además, la conducta a observar por nosotros como ejemplarizante pleitesía, que no sería otra que los máximos logros en el esfuerzo intelectual complementados con el deber cívico. Luego el Dr. Águila Catasús, profesor de la Facultad, pronunció sentidamente frases elocuentes que manifestaron el motivo de nuestro ofrecimiento, destacando la significación de acciones enaltecedoras que hacen que la muerte sea considerada como vía y como término.

Seguidamente y de modo espontáneo se produjo una pausa silente, en el transcurso de la cual meditamos sinceramente la ocasión, sintiéndonos todos unidos con aquel a quien tributábamos, que, en esos instantes fue uno más entre los que allí nos encontrábamos, pues comprendimos que la comunión de sentimientos e ideologías es nexo que perenniza las mutuas aspiraciones.

Antes de marcharnos depositamos los ramos florales de ritual como objetivación de las preces elevadas a la Divinidad.

Ricardo Veloso Vaillant

Página de la revista Mambí en que aparece el artículo

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4 comentarios

  1. Conocí personalmente a su esposa en una entrevista en el IPU Cuqui Bosh Soto, durante la celebracion de un aniversario del 30 de Noviembre.

  2. Un martirio que sirve como ejemplo, de lucha, de dedicación, de muchos anhelos y esperanza para una Nación, para los estudiosos… Nuestra América Latina esta llena de Eduardos, por su puesto con historias distintas, pero con decesos en circunstancias similares.

  3. Necesario homenaje a nuestros mártires universitarios, cuyos nombres en losprimeros años de Revolución, se honraron de llevar algunas Facultades. Con Martí “lo que es, está en lo que fue”. De ahí, la importancia de continuar divulgando la historia de nuestra universidad, la de antes y la de ahora, para perpetuar y enriquecer constantemente nuestro acerbo universitario, nuestra identidad. Probablemente, muchos no conocen el nombre ni la historia de todos nuestros mártires universitarios, por ejemplo, se identifica a Pepito Tey como el combatiente caído en las acciones armadas del 30 de noviembre de 1956, pero pocos conocen de la labor que realizó como presidente de la FEUO en el curso 1953-1954.

  4. Agradezco este tributo que debe ser permanente a los que se entregaron a la cuasa esencial de la Patria a cambio de nada.. Tener Memoria, es No olvidar.

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