A propósito de “Ser profesor universitario”.

Mucho ha generado por estos días en las redes sociales y medios digitales la opinión de la Viceministra Primera de Educación Superior, la Dra. C. Marta del Carmen Mesa Valenciano. Los mensajes de apoyo, compromiso y respaldo prevalecieron, pero como era de esperar no han faltado las críticas, las ofensas, las réplicas e incluso las teorizaciones respecto al tema de quienes no comparten nuestra ideología, no viven en Cuba (y ahora experimentan “la democracia en su más alto esplendor”), de quienes simulan falsas posiciones o quienes simplemente por no compartir determinadas ideas o frases, le hacen el juego a los paparazzis políticos del siglo XXI y tratan de sacar lascas de todo cuanto sea cuestionable, contradictorio o a su juicio, otra “violación de régimen”.

Centrándome en el tema del escrito, el significado del ser un profesor universitario lo suscribo por completo independientemente de mi poca experiencia como docente. Es imposible separar las variables ideología y educación y más en el medio universitario, cuando a decir de Nelson Mandela: “La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Pienso que todo forma parte de un mismo sistema: la educación desde la instrucción (principio básico de la educación cubana y universitaria), y aquí entra la ideología revolucionaria por supuesto, puesto que su único fin es la formación de valores y compromiso con la Revolución. ¿Acaso no es eso lo que perseguimos como país?

No podemos pensar que colocarle una pañoleta a un niño de primaria, enseñarle a amar ese atributo que lo convierte en pionero, y escucharlo decir “Seremos como el Che” puede estar desligado de ver a un adolescente interesarse por ser bombero en un círculo de interés en la Secundaria Básica, ni a un joven de Enseñanza Media participar en la recogida de café en la escuela al campo, ni ver a una fémina por voluntad propia ir a un punto fronterizo a defender su país después de alcanzar una carrera universitaria y postergar sus estudios universitarios por un año. Como tampoco puede estar desligado que ese mismo niño, adolescente, joven o fémina, aprende de su profesor universitario una ecuación que reduce costos a su futura empresa u optimiza un proceso productivo en la fábrica donde quizás trabaje. Detrás de esa enseñanza hay una ideología que se trata de inculcar, que debe traducirse en ser más revolucionarios, patriotas, comprometidos, eficientes, eficaces, humanos y productivos, con el único objetivo de hacer avanzar este país (que no avanzará por si solo, ni por la merced de ningún otro), de lo contrario estaríamos formando seres anárquicos que enajenados por completo no verían más allá de sus narices. Eso, compañeros, es un sistema, eso es pensar como país, esa es la ideología o “adoctrinamiento” (como quieran llamarlo) que Cuba estableció hace mucho tiempo y hoy estamos dispuestos a continuar.

Cada país escoge qué enseñar o incluso el cómo. Hay quienes enseñan sólo en escuelas para ricos cómo ser un hombre de negocios exitoso. Hay quienes en universidades impagables, inaccesibles en muchos casos para personas comunes y corrientes (dígase pobres, mujeres, negros) logran ser excelentes científicos. Hay quienes se licencian en 3 años incluso sin necesidad de sentarse frente a un profesor. Hay universidades en las que se han hecho estudios debido a que los resultados docentes dependen del partido político al cual sigue el profesor. Hay quienes pagan mucho dinero para elegir el tipo de educación que quieren para los hijos o el tipo de ideología que quieren transmitirle (y por eso nadie arma revuelo). Hay universidades en las que desde el siglo pasado aplican el llamado “employment at will” (despido libre o empleo a voluntad) porque el que paga manda y el que manda paga y nadie las cuestiona.

Cuba, por decisión mayoritaria de los cubanos y cubanas, ejerce su soberanía constitucional en todas sus esferas, incluyendo la educación. Aquí habrá problemas de recursos y condiciones, de burocracia, de inmovilismo y de muchas otras cosas, pero el esfuerzo que se hace a diario para lograr determinadas cosas (sin ánimo de conformismo) es insuperable. Que en cada provincia haya una institución de Educación Superior y que la universalización de la enseñanza llevara la academia a los municipios para ampliar capacidades, que las residencias estudiantiles (con todo y sus grandes problemas) no paren de dar servicios, que los accesos a Internet sean cada vez mayores, que haya que gestionar por miles de proyectos internacionales computadoras para mejorar los laboratorios, que el rescate de la infraestructura de los docentes sea una prioridad, hace que los esfuerzos y resultados que hoy tenemos deban ser valorados con mayor énfasis. Y más en un país que para resolver un lápiz (y quizás el símil no sea el adecuado) tiene que ir a un tercer país a buscarlo e ingeniársela para traerlo, y todos sabemos perfectamente por qué.

Por esa razón, no me detendré a hablar de los logros de la educación cubana, creo que sobran, incluso para quienes la critican. Y en el caso de las universidades podemos exhibir hoy excelentes resultados en el ranking latinoamericano. Me basta con un sistema reconocido mundialmente por su pertinencia y calidad y que dé a todos las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo personal, libre de costo como valor agregado más importante.

Por todas estas mismas razones, decía Fidel “que en Cuba hay más revolucionarios que contrarrevolucionarios”, y en tal sentido, me atrevo a decir que los profesores universitarios son uno de los sectores más comprometidos que tiene el país. Independientemente del bajo salario que por años había mantenido, la cobertura docente se mantuvo, no se dejaron de formar profesionales, no se dejó de capacitar y brindar posgrados, y mucho menos la calidad de la formación disminuyó, por el contrario, siempre el reto ha sido elevar los estándares. Porque sin sacrificios es difícil cuajar una verdadera ideología. Por eso, aunque los medios de comunicación y otros grupúsculos quieran sembrar la semilla del desconcierto en las universidades cubanas, siempre salen mal parados ante las respuestas de los docentes y sus pupilos.

Por supuesto, siempre habrá alguno que otro que se le olvidará por momentos estas cosas y asuma pseudo lenguajes o posiciones que lo coloquen en el “centro izquierda” de la cuestión e incluso, más en la derecha que la misma derecha. Pero son esos mismos los que olvidan que dos aulas más allá a la suya, tienen a un hijo o un sobrino recibiendo por segunda o tercera ocasión una consulta GRATIS de un profe, compañero de trabajo de él, que también pasó trabajo con el transporte para llegar a la universidad y puede que incluso hasta sin almorzar, pero que por sobre todas las cosas, si está claro de la ideología a defender. O se olvida por momentos que en algún hospital cercano, puede tener un hermano o primo ingresado, quizás no en la cama más cómoda, pero con la mejor atención médica disponible para él. O quizás sean los mismos que con palabras bonitas y rebuscadas traten de enseñar a “dialogar” sobre nuevas formas de “hacer” y “pensar” por los rincones, en vez de sentarse en las asambleas de brigadas de esos mismos estudiantes a convidarlos a fortalecer las organizaciones a las cuales pertenecen. Pero repito, estos casos están muy lejos de ser la generalidad en el medio donde trabajo, que dicho sea de paso, con el aumento salarial como incentivo pero sin satisfacer por completo el sacrificio y esfuerzo, permitirá a no pocos, principalmente a jóvenes (entre los cuales me incluyo) seguir visualizando un proyecto de vida en Cuba, donde podamos combinar el magisterio con la ciencia y la innovación y a la vez, ser capaces de convertirnos en puentes ideológicos con los estudiantes de los cuales hoy somos responsables.

Siempre dije en mi etapa de estudiante, que estar en la universidad no significaba ser universitarios. A la universidad se va a formarse como profesional en primer lugar, e independientemente de que allí se conocen los mejores amigos, los amores y se hacen relaciones de todo tipo, también se va a formar un carácter, a aprender a pensar, a aprender a dialogar, a construir o consolidar una ideología, a adquirir conocimientos que permitan concretar proyectos de vida, a ir a una marcha de reafirmación revolucionaria. Se va también a innovar, a salir a una comunidad a transmitir conocimientos, a darle patadas a una pelota e incluso fingir que estas bailando bien en un escenario mientras todos te aplauden la intención, y eso es precisamente, la integralidad que plantea nuestro sistema.

Ahora bien. Como profesor ¿Cómo formo un carácter o un criterio en los estudiantes si no soy capaz de en medio de una clase de Economía saber explicar las implicaciones de 60 años de bloqueo? ¿Tengo claro qué explicarle a una estudiante que me pregunta por un partido único en una clase de Historia de Cuba? ¿Sé transmitir que los diseños que hagamos para mejorar la comunicación en Cuba tienen que ser innovadores pero austeros porque Cuba es un país pobre y de muy poco recursos materiales? ¿Entiendo que gritar #YoSoyFidel en esa marcha debe traducirse en lo que enseño en el aula? ¿Sé explicar cómo profesor de Computación o Psicología por qué mi Constitución es de avanzada? ¿Tengo claro lo que debo transmitir a la hora de enfrentarme a un aula donde tengo sentados a los futuros encargados de exponer la verdad que Cuba necesita en los medios de comunicación? ¿Podremos convencer a la hora de preparar una gala de artistas aficionados que es mejor y más cubano bailar con Van Van que con Chocolate MC? ¿O es que acaso queda alguna asignatura pendiente para los profesores universitarios que los prepare para formar una ideología en correspondencia con nuestros principios?

En fin, son muchas las preguntas las que a diario debemos hacernos los que decidimos por vocación o por decisión, ejercer el magisterio en la Educación Superior cubana. La misión está clara: ser docentes convencidos del papel que nos toca jugar. No hay otra forma, solo así lograremos los profesionales competentes y comprometidos que este país necesita. Pero se trata de un problema a atender, de una inquietud espiritual de cada uno, que no se resuelve solamente con vencer un dogma, para levantar en sustitución, un vacío principio de libertad que a nadie satisface. Lo cierto es que una Universidad sin orientación definida, carece de sentido. La ideología de la Universidad tendrá que derivarse de su propia naturaleza. Y la nuestra está clara aunque no la compartan.

En Cuba se instruye, se enseña y se educa. Cada cual es responsable y decide por lo que planifica para su vida (aunque sea llenarse de conocimientos e ir a aportar a otro lugar), ese es un derecho que se respeta y es incluso muestra de que, aun formados bajo una ideología revolucionaria (como la que plantea la Dra.C. Mesa Valenciano) son capaces de tomar rumbos lejanos al proyecto que aquí se construye. Lo que sí es ingenuo pensar (como muchos de los que han arremetido contra la opinión) que llegar a otro país y vivir por unos pocos meses nos enseña a valorar el contexto, saber identificar problemas y construir un criterio valorativo de lo que consideramos nuestra verdad. Eso lo aprendieron aquí, que no se les olvide. Como también deberían recordar que hay medios de comunicación oficiales cubanos que pueden leer para contrastar determinadas noticias que se satanizan en los medios que desde fuera son leídos. Han sido más de 10 (en mi pequeña búsqueda) los que se han pronunciado en contra de la publicación de la profesora Martha desde sus sitios digitales sin contar desde sus redes sociales.

Lo peor y más desagradable que ha generado este escrito no son los criterios opuestos, sino la propia intolerancia de quienes dicen ser defensores de las libertades más básicas (incluyendo la de expresión y pensamiento) contra criterios que aun siendo oficiales no dejan de ser personales, pero que distan mucho del concepto que hoy tienen de libertad.

 

Termino repitiendo que comparto las ideas de la Viceministra, e incluso reconociendo que soy de los críticos ante diversas situaciones y problemas a los cuales nos enfrentamos, pero escogí ser del bando de los que está y transforma, al bando de los que desde afuera, se inmiscuye y critica. Pero ya lo decía el Che: “En la tierra hacen falta personas que trabajen más y critiquen menos (…)”. Nunca debemos olvidar que aunque anatómicamente las ideas vengan del centro del cuerpo, el corazón de nosotros los revolucionarios, siempre estará del lado IZQUIERDO del pecho y es imposible no sentir ante determinadas cosas que los medios manipulan burdamente y algunos creen a priori, por eso entendí el sentido de las palabras de la Dra.C. Martha Mesa.

Y para mis compañeros les recuerdo que según teóricos del tema: “Entre la izquierda y la derecha solamente existe una pequeña línea divisoria en la que no es posible ubicarse ni física ni ideológicamente”.

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6 comentarios

  1. Es un tema polémico en que considero pueden y hay diversas miradas, no se porque el referido señor, trata de señor a los otrora compañeros de estudios, pero bueno eso constituye parte del adoctrinamiento del imperio, y no viene al caso, sientase señor quien quiera.
    Acerca de ser un profesor universitario, me gustaria saber cuántos, luego de salir de Cuba siguen siendo profesores, en que universidades laboran y cual es el reconocimiento social que reciben, conozco de muchos, vinculados a instituciones educacionales de nivel superior con alta profesionalidad y agradecen su formación a su pais y son reconocidos por la alta capacidad que demuestran, con muchos mantengo comunicación y colaboración profesional, otros lamentablemente han tenido que acudir al subempleo aceptando puestos laborales, quizas mejor remunerados, pero muy por debajo de su competencia y calificación profesional, porque a veces el sistema obliga y hay que sobrevivir. A los primeros los reconozco como colegas, a los otros los que reniegan simplemente los ignoro.
    Muchos son egresados, hasta con honores, de nuestras aulas universitarias, donde aprendieron el ejercicio de la crítica, el pensamiento reflexivo, el debate, el diálogo asertivo, el manejo de la ciencia, la innovación, por solo citar algunos saberes.
    Muchos tuvieron buenos profesores universitarios, seuidores del agisterio de Varona, y le enseñaron que la acción de educar supone que en el proceso los sujetos implicados participen, no basta con que el profesor se empeñe en pretender enseñar, es necesario que el estudiante desee y se esfuerce por aprender porque EDUCAR es un proceso multidireccional y dinámico, durante el cual se da y se recibe, porque no hay verdades acabadas, ni conceptos absolutos, es un proceso dialéctico. CREO QUE ALGUNOS APRENDIMOS ESTO DE UN BUEN PROFESOR UNIVERSITARIO, OTROS LAMENTABLEMENTE, NO PUSIERON EMPEÑO.

  2. Pude haber elegido trabajar en una industria, pero decidí ser profesora universitaria porque los profesores de mi carrera me enseñaron además de química, la responsabilidad del profesor en la transformación de la sociedad.
    Coincido con la Vice Ministra Primera y profesora Martha del Carmen Mesa Valenciano, en que ser profesor universitario es optimismo, confianza, respeto y añado que ser profesor universitario es responsabilidad y compromiso. Soy feliz cuando digo que ¨Soy profesora universitaria y siento orgullo¨, el mismo orgullo de decir que soy santiaguera.

  3. Coincido con el joven profesor Josué Hernández Pozo. No hay nada que esté desligado de la ideología, mucho menos la educación y aquí, en Cuba educamos a nuestros estudiantes enl os principios que han guiado a la Revolución a lo largo de estos años, que dicho sea de paso son principios universales.
    Da pena la postura del señor Juannier Rodíguez. En sus palabras deja entrever a qué ideología responde y no le dedico más tiempo porque no vale la pena.

  4. Hola Juannier. Saludos ante todo.
    Agradezco que aun después de graduado continúes leyendo los medios de comunicación de la universidad. Si la intención era discutir el tema no veo por qué no se publicaría tu comentario, independientemente de tu conocida postura política siempre hemos defendido como país desde el más alto nivel, el debate sobre la base del respeto a la opinión del otro, aquí no es diferente. Mientras nos mantengamos en esa línea, habrá diálogo.
    Sobre las tendencias pedagógicas todos hemos estudiado un poco y por eso dediqué parte de lo que escribí a eso. Solo te refuerzo algo, es COMPLETAMENTE DIFERENTE respetar el criterio de un estudiante que en un debate en clase da una opinión diferente (opinión que siempre estará presente en las aulas universitarias, aunque no siempre condicionada por temas políticos), y ofrecerle argumentos que aporten al diálogo (se convenza o no), a que como profesor uno vaya al aula a introducir una ideología contraria a los principios revolucionarios. Este realmente es el sentido de la discusión. El estudiante puede tener un criterio contrario, es válido, por lo mismo que expliqué, su ideología es resultado de la influencia de la familia, el entorno, la escuela y muchos otros factores durante muchos años. Ya se llega a la universidad con eso. Y es papel del profesor estar preparado para enfrentar ese universo de opiniones respecto a los temas que se discuten en un aula, ya sean políticos, económicos, sociales, culturales, deportivos, o de cualquier índole. Ahí está el papel del profesor y la esencia del debate. No otro.
    No se porque haces tanto énfasis en que nosotros no dialogamos con nadie. Quizás no recuerdes cuantas horas nos pasamos tu y yo dialogando sobre Cuba en la oficina de la FEU mientras fuimos estudiantes e incluso recuerdo haberte ido satisfecho. No deberías olvidarlo cuando vayas a ser tan categórico.
    Repito lo que escribí. En Cuba se enseña, se instruye y se educa. Sino fuera así aparte de mi formación como Cibernetico y la tuya como Biólogo no nos hubiera permitido incursionar en el periodismo a ambos, e incluso poder discernir de esta forma.
    Por cierto, te comparto el link del Ranking Universitario de Latinoamérica de este año. Revísalo con calma y ya verás si aparecemos o no.
    https://www.topuniversities.com/university-rankings/latin-american-university-rankings/2019
    Saludos.

  5. Señor.
    No comparto su criterio.
    Yo estudié en la UO, yo pude leer un poco sobre las Tendencias Pedagógicas. Existen varias y déjeme decirle que si es posible separar la ideología y la educación, al menos no juzgar o expulsar a un estudiante o profesor por no estar ligado a ideología de turno en el poder.
    En diferentes partes del mundo democrático se han aplicado tendencias pedagógicas donde el profesor es como un educando más y no debe imponer su ideología, si en su clase por ejemplo tiene estudiantes de diferentes posturas o inclinación política, el profesor debe respetar los criterios de cada uno, si el tema de clases fueran Los 5 cubanos presos en EUA. Si un estudiante dice que eran héroes y otro que eran espías, el profesor no puede censurar a uno y apoyar al otro.
    Eso es educación de verdad señor.
    En Cuba aún se emplean técnicas de Enrique José Varona, novedosas para otra época, inservibles para estos tiempos.
    Y por ejemplo, los 5 que sí eran espías, un estudiante no puede decir eso en Cuba.
    Señor, de que ránking usted habla?
    Si Cuba no participa en esos ranking.
    De que me habla usted?
    Que resultados sin esos?
    Señor, en Cuba no se educa, se adoctrina!!
    En Cuba ustedes, por órdenes de otros que reciben órdenes de la Seguridad del Estado, no dialogan con nadie. Si en Cuba ustedes dialogaran y aceptaran unidad en la diversidad, to fuera el primero en ir a la UO a dialogar. Pero ustedes son intolerantes.
    Para terminar.
    Y se que esto no lo publicarán pq ustedes no dan cabida a la polémica sana.
    Respóndame los 5 eran espías o no?

  6. Excelente reflexión. Vale la pena el debate. Ser profesor es sin dudas una opción de vida que entraña compromiso.

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