A mis hermanos muertos el 27 de noviembre de 1871

Por: Dr.C Josefa Negret Fuentes y MS.c Angel Taboada Salmerón

En la cultura de José Martí se conjugan tres elementos claves que cuando marchan divorciados lesionan el sentido ético más profundo en la vida de un hombre, esos tres elementos claves son: el amor la inteligencia y el valor.

El fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871 ha sido uno de los episodios más luctuosos de la historia cubana. Acusados falsamente de haber profanado la tumba de un periodista español enemigo de la independencia, la virtual insurrección del Cuerpo de Voluntarios en La Habana, defensores de la dominación hispana, obtuvo la aquiescencia de las autoridades colonialistas para someter a juicio a toda una clase de estudiantes de esa carrera.

Martí conoció del atroz suceso en Madrid, donde se hallaba entonces en condición de deportado, pero los detalles minuciosos le llegaron por boca de su amigo de la infancia, Fermín Valdés Domínguez, quien fue uno de los condenados a seis años de prisión y que, al ser indultado, se trasladó a Madrid en junio de 1872.

De aquellos relatos tristes surgió un largo poema titulado A mis hermanos muertos el 27 de noviembre de 1871, un apasionado canto patriótico en el que el joven estudiante universitario recoge el diálogo entre los dos amigos y reafirma su patriotismo, al decir: Cuando se muere// En brazos de la patria agradecida// La muerte acaba, la prisión se rompe; // Empieza, al fin, con el morir la vida!

La dignidad en José Martí se encontrará latente en cada uno de los momentos de su vida y se reflejará en una decorosa conducta personal, tanto pública como privada. Los sucesos del 27 de noviembre de 1871 calaron profundamente en la orientación ética del Apóstol, y tuvieron  expresión tangible en su poema redentor.

La lúcida y proverbial empatía mostrada por el Apóstol en este conmovedor poema corrobora que pensar históricamente es también tener imaginación histórica para contextualizar, desarrollar las capacidades para la empatía y formar lo que se conoce como el pensamiento crítico creativo a partir del análisis histórico.

En el primer aniversario de aquel crimen circuló por la capital española una hoja impresa firmada por Fermín y por Pedro J. de la Torre y Núñez, también indultado, cuyo texto evidencia el estilo martiano y donde hay expresiones que se repiten en un extenso poema que Martí datara en 1872.

“Cadáveres amados los que un día
Ensueños fuisteis de la patria mía,
Arrojad, arrojad sobre mi frente
Polvo de vuestros huesos carcomidos!
¡Tocad mi corazón con vuestras manos!
¡Gemid a mis oídos!
¡Cada uno ha de ser de mis gemidos
Lágrimas de uno más de los tiranos!
¡Andad a mi redor; vagad en tanto
Que mi ser vuestro espíritu recibe,
Y dadme de las tumbas el espanto,
Que es poco ya para llorar el llanto,
Cuando en infame esclavitud se vive!”

Ante el horror colonialista, Martí, el patriota, se conmueve ante el crimen cometido con aquellos inocentes muchachos, desde la altura moral de quien nunca se dejó dominar por odio alguno.

Este poema trasmite reacciones emocionales congruentes, capaces de enaltecer la empatía y el patriotismo desde una perspectiva marcadamente comprometida con un ideal de justicia social al que dedicó todas sus energías e inteligencia desde su adolescencia. 

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